jueves, 17 de noviembre de 2011

SER FEMINISTA y musulmana es posible - Román Reyes




Presentación de Román Reyes durante el III Seminario sobre la Mujer musulmana: el futuro del feminismo islámico en Europa


Ser feminista es un estilo de vida. Estilo de vida específico si se es, al mismo tiempo, creyente y practicante. El feminismo islámico, fuera del espacio cultural que se le supone, emerge y resiste en un entorno político-ideológico y socio-cultural manifiestamente agresivo. Trasnochado y olvidadizo entorno que proyecta su conflicto endogámico para identificar el mal en lo que supuestamente le excluye o amenaza. Cuando los pilares de la propia identidad se tambalean tiende uno a transferir las causas: el enemigo está fuera. Habrá que buscarlo o crearlo. Para combatirlo y, si es preciso, aniquilarlo.

Cuando hablamos de feminismo estamos hablando de colectivos (más de mujeres que de hombres), geográfica y socialmente localizados, en la mayoría de los casos, marginados. Aunque resistentes. Se teme lo que no se conoce, especialmente si lo no conocido puede cuestionar la integridad de lo que se posee o tras lo que se oculta la impotencia, cuando no la intolerancia y la nula voluntad de diálogo.

Laure Rodríguez Quiroga forma parte del Consejo de Dirección del EMUI. Pero, al margen de su status de investigadora, que innova cada vez que produce, es una mujer creyente, convencida de la fe que practica, sin que su praxis pueda interpretarse como velada estrategia de proselitismo. Convive con otros credos, otras formas de ver y de entender el mundo … otros estilos, que no deberían ser ni excluyentes ni mejores. Agradezco, por tanto, que me haya invitado (a título personal e institucional).


Brillante iniciativa, Giovanna G. de Calderón, Presidenta de Mujeres por el Diálogo y la Educación, institución que organiza este III Seminario sobre la Mujer Musulmana. El diálogo es entre opuestos. Decir vecino no es necesariamente señalar al enemigo. La educación es un recurso democrático que contribuye a que ese diálogo sea posible. Dialógico es cualquier programa que ofrezca visiones, aunque dispares complementarias, sin renunciar a posiciones que garanticen la integridad o señas de identidad originarias. Hay diálogo, por tanto, sólo entre oyentes de la palabra, no pronunciada o hasta ahora no escuchada. La palabra originariamente pronunciada, oculta tras textos recurrentes, es garantía de la fluidez de posteriores discursos. Siempre y cuando sepamos leer desde posiciones de respeto. Siempre y cuando lo que trasciende no se subordine a lo inmediato. La educación es proceso y objetivo, pero también una noble causa por la que luchar. La cultura es la huella tras la que se reconoce al hablante, tras la que reconocemos a cualquier otro que esté a la escucha.

Celebro la calidad (humana e intelectual) de los participantes en la Mesa. Seguro que el público asistente no va a sentirse defraudado. Para la UCM, institución que represento en este acto, iniciativas como ésta contribuyen a enriquecer el conocimiento, que no puede entenderse si se anteponen posiciones dogmáticas/cerradas a la creatividad, abierta por definición, si reivindica para sí el calificativo de crítica.
Las fuentes del pensamiento europeo son múltiples y complejas. Incluso esa Europa profunda, lugar común de historiadores y periodistas, no se entendería hoy sin el mestizaje cultural que le identifica. Y no se trata sólo de procesos migratorios que facilitan (en mayor o menor grado) la integración en los espacios geopolíticos de acogida. Procede ser valientes y reconocer lo obvio: la sensibilidad mítico-religiosa (a veces más solapada que manifiesta) hacia sensibilidades colindantes, como el Islam, es irreversible. Sin una aproximación recíprocamente dialogante, aún más, sin un diseño cómplice sería imposible hablar hoy, pensar una Europa del o para el Siglo XXI.

El Mediterráneo, tensamente permeable, es frontera o pretexto para que no fluyan intereses pretendidamente antagónicos. Esa frontera se diluye si lo que fluye son intereses económicos, más desde el Sur hacia el Norte que a la inversa. Más del Este al Oeste. Europa, sin embargo, es impensable sin el Mediterráneo, crisol de culturas que conviven a diferentes niveles de tensión. El Mediterráneo y todo lo que a lo largo de la historia se ha filtrado (en dimensiones plurales) recorriendo sus aguas.

En contraste con lo otro que deja de temerse, en contraste con quienes enriquecen el medio con lecturas diferentes, Europa estará más cohesionada, política, económica y culturalmente más fuerte, si admite que el feminismo islámico no es una estrategia oculta o malévola, ninguna solapada forma de colonialismo. La lucha por la igualdad y la dignidad de las mujeres es más fuerte y eficaz si sus mentoras amplían y diversifican su campo de actuación. Ser feminista y musulmana es posible, porque no son términos excluyentes. Y de ello tiene todavía mucho que aprender el feminismo clásico europeo. Aunque las necesidades y aspiraciones no siempre sean confluyentes. Aunque puedan ser diversas las perspectivas, encontradas acaso las estrategias. El objetivo último sigue siendo el mismo: que el riesgo de exclusión, persecución o muerte no sea mayor por el simple hecho de haber nacido mujer.

Gracias, por último, al Instituto Egipcio de Estudios Islámicos y al Prof. El Sayed Soheim, Consejero Cultural de la Embajada de Egipto en Madrid, por la generosidad que supone ofrecer esta sede para que la Mesa Redonda se celebre.

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