1. Desde el momento en que se atribuye un
importancia particular al estudio de las estructuras sociales, nos damos
cuenta de que los pocos resultados obtenidos por la ciencia en este
terreno son no sólo generalmente ignorados, sino que además están en
contradicción directa con las ideas en curso sobre tales cuestiones.
Dichos resultados, en el modo en que se presentan, resultan
extremadamente prometedores y abren perspectivas insospechadas para el
estudio del ser humano. Pero siguen siendo tímidos e incompletos, por un
lado, porque la ciencia se ha limitado en exceso al análisis de las
llamadas sociedades primitivas, dejando de lado las sociedades modernas;
y por otro lado, porque los descubrimientos producidos aún no han
modificado todo lo profundamente que podía esperarse los postulados y el
espíritu de la investigación. Se diría incluso que obstáculos de una
naturaleza particular se oponen al desarrollo de un conocimiento de los
elementos vitales de la sociedad: el carácter necesariamente contagioso y
activista de las representaciones que el trabajo saca a la luz parece
ser el responsable.
2. De aquí se sigue la pertinencia de desarrollar, entre aquellos que aspiran a llevar tan lejos como sea posible tales investigaciones, una comunidad moral, diferente en parte de aquella que une de ordinario a los estudiosos y vinculada precisamente al carácter virulento del territorio estudiado y de las determinaciones que en él vayan poco a poco revelándose.
Esta comunidad es de acceso tan libre como el de la ciencia constituida y cualquier persona puede aportar su punto de vista, sin que importe cuáles sean las preocupaciones particulares que la empujan a adquirir un conocimiento más preciso de los aspectos esenciales de la existencia social. Cualesquiera que sean su origen y objetivos, consideramos que basta dicha preocupación para fundar los vínculos necesarios a la acción en común.
3. El objeto preciso de la actividad que nos proponemos puede recibir el nombre de sociología sagrada, por cuanto implica el estudio de la existencia social en todas aquellas manifestaciones en las que sale a la luz la presencia activa de lo sagrado. Dicha sociología se propone establecer de este modo los puntos de coincidencia entre las tendencias obsesivas fundamentales de la psicología individual y las estructuras directrices que presiden la organización social y dirigen sus revoluciones.
GEORGES AMBROSINO, GEORGES BATAILLE,
ROGER CAILLOIS, PIERRE KLOSSOWSKI, PIERRE LIBRA, JULES MONNEROT
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