miércoles, 22 de febrero de 2012

V CHARLA POPULAR: Memoria Histórica: ¿qué sabemos de ella?

 
24 de febrero, 19:30 horas
Casa del Barrio de Carabanchel. Avda. de Carabanchel Alto, 64 <M> Carabanchel Alto
Intervienen:
José Mª Pedreño, presidente dela FEd. Estatal de Foros por la Memoria
Pablo Iglesias Turrión, profesor dela Facultad de CC.Políticas y Sociología de la UCM
Proyección de Documentales

Cuando ya han pasado más de tres décadas de la muerte del dictador Francisco Franco, casi todos los ciudadanos del estado español han oído al menos en alguna ocasión hablar de la llamada "Memoria Histórica". Incluso hace algunos años se aprobó en el congreso una ley a tal efecto con ese nombre. Una ley que realmente nadie sabe a ciencia cierta para qué sirve, a qué obliga, a quien dignifica o a quien ensalza.

Lejos de entrar en un debate sobre esta ley aprobada con forceps y de mala gana, desde la Comisión de Política del 15-M Carabanchel queremos hacernos algunas preguntas: ¿Qué significa realmente la Memoria Histórica en el estado español? ¿Por qué siguen existiendo miles de desaparecidos y enterrados en fosas comunes a lo largo y ancho de nuestra geografía? ¿Por qué siguen existiendo monumentos y calles que ensalzan precisamente a aquellos que se sublevaron contra la legitimidad constituyente en 1936 y sometieron a este pueblo a una de las más crueles dictaduras del siglo XX? ¿Por qué a diferencia de otras dictaduras como la argentina no se ha creado
ninguna comisión oficial para establecer el máximo posible de luz sobre esta tragedia?.... Y también ¿Por qué a diferencia de otros conflictos históricos de peso el cine español sigue echando en falta esa película identificativa de nuestra Guerra Civil, de la represión posterior, de la negra noche de la dictadura... Intentos ha habido muchos, pero por unas causas u otras no ha habido ninguna que haya conectado con el gran público ¿Cuál o cuáles pueden ser los motivos?

Sobre estos y otros muchos interrogantes que nos llevarán inevitablemente a la actualidad de nuestros días girará el acto que organizan conjuntamente la Casa del Barrio y la Comisión de Política del 15-M Carabanchel y en el cual contaremos con la presencia de dos ilustres invitados: José María Pedreño, presidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria y Pablo Iglesias Turrión, profesor de Ciencias Politicas y Sociología de la UCM y presentador también del programa de televisión "La Tuerka" en Tele-K.

Además ilustraremos el acto con la proyección de dos cortos que servirán para recordarnos aquello de que una imagen vale más que mil palabras, aunque éstas sean tambien muy necesarias y más en los tiempos que corren: "Exhumación en Asturies" y "El Tratamiento de la Guerra Civil en el Cine".

Organiza:
Comisión de Política de la Asamblea Popular del Carabanchel 15-M


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¿Qué es la Memoria Histórica? - José María Pedreño

 
En estos últimos años, todo el mundo ha oído hablar de algo llamado “Recuperación de la Memoria Histórica”. La mayor parte sabe que se trata de algo que hace referencia a la guerra civil y a la represión franquista, pero todo son ideas vagas. Desde los medios de comunicación se dan noticias sobre actividades y opiniones sesgadas de especialistas en diversas materias que dan una imagen distorsionada del tema. Casi todo se está viendo reducido a reivindicaciones nostálgicas y privadas de familiares y protagonistas de una época que no sólo se ha pretendido olvidar, sino que, en la actualidad, se trata de mostrar como algo histórico que nada tiene que ver con nuestro presente.

El intento de igualar a los muertos de ambas zonas, sin profundizar en las causas del conflicto, la situación política nacional e internacional, los principios y valores defendidos por unos y otros, etc., tan sólo sirve para arrojar más oscuridad sobre el asunto y, en vez de explicar, se confunde, todavía más, a la sociedad española. En lo cultural, los estudios rigurosos se entremezclan con libros redactados de forma oportunista y acercamientos científicos, inconexos y aislados de la sociedad civil, nos llevan a un tratamiento del tema que transforma la Memoria Histórica en objeto de museo alejado de la realidad social actual. La Recuperación de la Memoria Histórica se ha transformado, en nuestra sociedad, para unos, en una reivindicación privada, para otros, en un gran negocio de venta de libros, un instrumento para dar satisfacción a una curiosidad científica e, incluso, en una forma de obtener votos. Y a las pruebas debemos remitirnos viendo cómo el acuerdo parlamentario del 20 de noviembre de 2002 respecto a la Memoria Histórica no se ha sustanciado, salvo excepciones puntuales y localizadas territorialmente, en ninguna medida concreta, ni el homenaje a las víctimas del franquismo, realizado por todos los grupos de la oposición el 1 de diciembre de 2003, ha servido para que la situación se aclare. Y no es que pensemos que la Recuperación de la Memoria Histórica no debe tener un uso instrumental, sino que se hace necesario realizar un acercamiento al tema desde un punto de vista ideológico capaz de romper con la dinámica en la que ese uso instrumental se ha anclado en los valores individualistas y de mercado que el neoliberalismo ideológico propugna. Vamos a hablar, pues, de lo que es la Memoria Histórica y de su instrumentalización para fortalecer la democracia, como elemento de lucha contra la impunidad, como arma para la defensa de los derechos humanos y como elemento ideológico de construcción y vertebración de la sociedad.

martes, 21 de febrero de 2012

Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura.

TEXTO

JUAN CARLOS I
REY DE ESPAÑA
A todos los que la presente vieren y entendieren.
Sabed: Que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la siguiente ley.
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
El espíritu de reconciliación y concordia, y de respeto al pluralismo y a la defensa pacífica de todas las ideas, que guió la Transición, nos permitió dotarnos de una Constitución, la de 1978, que tradujo jurídicamente esa voluntad de reencuentro de los españoles, articulando un Estado social y democrático de derecho con clara vocación integradora.
El espíritu de la Transición da sentido al modelo constitucional de convivencia más fecundo que hayamos disfrutado nunca y explica las diversas medidas y derechos que se han ido reconociendo, desde el origen mismo de todo el período democrático, en favor de las personas que, durante los decenios anteriores a la Constitución, sufrieron las consecuencias de la guerra civil y del régimen dictatorial que la sucedió.
Pese a ese esfuerzo legislativo, quedan aún iniciativas por adoptar para dar cumplida y definitiva respuesta a las demandas de esos ciudadanos, planteadas tanto en el ámbito parlamentario como por distintas asociaciones cívicas. Se trata de peticiones legítimas y justas, que nuestra democracia, apelando de nuevo a su espíritu fundacional de concordia, y en el marco de la Constitución, no puede dejar de atender.
Por ello mismo, esta Ley atiende a lo manifestado por la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados que el 20 de noviembre de 2002 aprobó por unanimidad una Proposición no de Ley en la que el órgano de representación de la ciudadanía reiteraba que «nadie puede sentirse legitimado, como ocurrió en el pasado, para utilizar la violencia con la finalidad de imponer sus convicciones políticas y establecer regímenes totalitarios contrarios a la libertad y dignidad de todos los ciudadanos, lo que merece la condena y repulsa de nuestra sociedad democrática». La presente Ley asume esta Declaración así como la condena del franquismo contenida en el Informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa firmado en París el 17 de marzo de 2006 en el que se denunciaron las graves violaciones de Derechos Humanos cometidas en España entre los años 1939 y 1975.
Es la hora, así, de que la democracia española y las generaciones vivas que hoy disfrutan de ella honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos o de creencias religiosas, en aquellos dolorosos períodos de nuestra historia. Desde luego, a quienes perdieron la vida. Con ellos, a sus familias. También a quienes perdieron su libertad, al padecer prisión, deportación, confiscación de sus bienes, trabajos forzosos o internamientos en campos de concentración dentro o fuera de nuestras fronteras. También, en fin, a quienes perdieron la patria al ser empujados a un largo, desgarrador y, en tantos casos, irreversible exilio. Y, por último, a quienes en distintos momentos lucharon por la defensa de los valores democráticos, como los integrantes del Cuerpo de Carabineros, los brigadistas internacionales, los combatientes guerrilleros, cuya rehabilitación fue unánimemente solicitada por el Pleno del Congreso de los Diputados de 16 de mayo de 2001, o los miembros de la Unión Militar Democrática, que se autodisolvió con la celebración de las primeras elecciones democráticas.
En este sentido, la Ley sienta las bases para que los poderes públicos lleven a cabo políticas públicas dirigidas al conocimiento de nuestra historia y al fomento de la memoria democrática.

lunes, 13 de febrero de 2012

Cine y memoria histórica: Katyn de Andrzej Wajda y nuestra guerra civil - Pablo Iglesias Turrión



A Ariel, por su militancia constante por la memoria histórica

Cadáveres, amnesia y gobernanza cultural

Decía el pasado 8 de agosto Santiago Alba en su blog de Público, a propósito de los éxitos deportivos españoles, que si de algo es campeona España es de amnesia histórica (2010). Poco después, Juan Carlos Monedero comentaba en su estado de facebook que una democracia es una suma interminable y anónima de cadáveres. Ambas reflexiones, de amarga impotencia, me han decidido a escribir este artículo para Viento Sur que se compone de un comentario sobre Katyn (filme polaco que fue nominado al Oscar como mejor película de habla no inglesa en 2007) y de unas reflexiones sobre las carencias del cine de los últimos treinta y cinco años en el que aparece representada la Guerra Civil Española.

Katyn no solo sirve para entender la hegemonía conservadora en Polonia, sino que también llama la atención sobre la incapacidad del cine reciente sobre nuestra guerra civil para generar un imaginario cultural antifascista a la hora de abordar la memoria histórica en España, donde la suma interminable y anónima de [nuestros] cadáveres sigue bordando la estrella de campeones en amnesia.

Esta película, dirigida por Andrzej Wajda en 2007, se estrenó en España el pasado otoño. Representa la masacre acaecida en el bosque de Katyn (Rusia) donde varios millares de prisioneros de guerra polacos, entre ellos el padre del director de la película, fueron ejecutados ilegalmente y enterrados en fosas comunes. Buena parte de ellos eran oficiales del ejército polaco (incluidos almirantes y generales), policías, funcionarios de prisiones así como cuadros y profesionales de alta cualificación. Aunque la Unión Soviética siempre acusó del crimen al ejército alemán, Gorvachov terminó admitiendo en 1989 la responsabilidad del NKVD (la policía política soviética).

TEXTO COMPLETO

Entrevista a Julián Besteiro - El Sol (1931)


Julián Besteiro, el gran socialista, vive estas horas en un serenado apartamiento de la calle. Con sus libros, con sus discípulos. Como siempre.Fue con Vera, junto a la combatividad directa de Pablo Iglesias, el espíritu universitario. Dio al socialismo de España, en sus iniciaciones, un contenido intelectual. Y sigue, como una llama limpia de la idea, iluminando las rutas del combate obrero.Su palabra fluye siempre precisa y generosa.Hoy, ante un porvenir confuso de luchas sociales, sus enseñanzas han de ser muy útiles. Vamos a oírle. Un redactor de El Sol ha celebrado con él la entrevista que sigue:-¿Cómo ve usted la misión del socialismo en la República?- El socialismo español no sólo debe ser una organización defensiva de la República, sino el instrumento político principal de su perfeccionamiento y de su progreso. Para cumplir esta misión, el socialismo no necesita ningún género de protección oficial. Lo que necesita es simplemente que se le guarde el merecido respeto y que no se creen dificultades a su propio y espontáneo desarrollo.-¿ Qué forma debe adoptar la participación del socialismo en el Gobierno de la República?- Desde luego, en una República democrática el socialismo sabrá conquistarse noblemente, por medio del sufragio universal, una representación cada vez más numerosa y más eficaz en las corporaciones públicas, principalmente en los Municipios y en las Cámaras. Por mi parte, yo no atribuyo tanta importancia al número de los representantes como a la eficacia de su actuación. Es más: un crecimiento numérico demasiado rápido no me parece deseable. Arriesgaría el socialismo perder fuerza moral lo que ganara en extensión material, y eso, que ciertamente no sería conveniente para el socialismo ni para la organización obrera animada por su espíritu, sería perjudicial para la República.-¿Cómo luchará el partido socialista frente a la hostilidad sindicalista y comunista?- El socialismo sigue su camino con una potencia vital que en vano tratarán de destruir las fuerzas sociales hostiles. Ya hemos resistido bastantes ofensivas vigorosas y hemos vencido con el empleo de una táctica de mera resistencia, sin apelar a los recursos ilícitos y desesperados de nuestros adversarios. Y eso que con frecuencia hemos tenido que defendernos en un medio absolutamente desfavorable, creado por los Gobiernos y los grandes órganos de opinión, que en varias ocasiones han creído llegada la hora de la muerte para el socialismo y han desencadenado una furiosa ofensiva contra él. Eso ha ocurrido con la Monarquía, y en mayor o menor grado tal vez ocurra en algún momento con la República. Tras las efusiones exageradas de cariño pueden venir reacciones de desafecto inmotivado e injusto; pero si nosotros sabemos velar por la conservación de nuestra fuerza moral, si no nos desnaturalizamos ni nos arriesgamos en empresas superiores a nuestras fuerzas, si no perdemos, en suma, la cabeza, saldremos victoriosos de esas posibles crisis lo mismo que hemos salido de otra más grave y saldremos animados de los mismos entusiasmos y la misma fe en la República y de los mismos deseos de servirla. Lo mejor sería, sin embargo, que no hubiera que pasar por esas crisis; pero ello no depende solamente de nosotros.-¿Cuál es su actitud en el problema de la tierra?- Claro está que no me pide usted que desarrolle un programa agrario. Es evidente que hay que defender al arrendatario contra los abusos de los dueños de la tierra; que hay que fomentar la cooperación entre los pequeños propietarios para el perfeccionamiento del cultivo y para facilitar la venta de los productos; que hay que crear instituciones de crédito agrícola, y que hay que ensayar la explotación colectiva de las grandes propiedades Los decretos publicados por el ministerio de Trabajo me parece que responden a una buena orientación, no improvisada, sino que ha sido lentamente elaborada. Por el momento, me parece tan esencial como la reforma agraria en la «Gaceta» salir al paso a algunos prejuicios que, de persistir, podrían hacer estéril toda reforma y producir lamentables desengaños. Me refiero, por ejemplo, al prejuicio de que España es un país agrícola y que hoy conserva ese carácter peculiar suyo. No. En bien de la misma agricultura hay que hacer de España un país industrial. Si siguiera siendo un país agrícola, sería cada vez más pobre, y llegaría a ser miserable. La misma agricultura tiene que industrializarse. La producción agrícola del mundo tiene hoy posibilidades inmensas, el precio de los productos de la agricultura tienden vertiginosamente a decrecer. Así es que ofrecer la felicidad aumentando la extensión de la tierra cultivable es ofrecer un imposible. La política agraria hay que orientarla más bien hacia la limitación del cultivo de las tierras verdaderamente productivas. Hacia el fomento de la ganadería, hacia la repoblación forestal y hacia la creación de grandes industrias.-¿Cuál es el porvenir del obrero en la organización industrial de España?- El sindicato obrero debe penetrar cada vez más en el fondo y en todo el organismo de la industria nacional, hasta constituir una verdadera democracia industrial que sea el eje de la vida de todo el país. La más alta organización nacional debe ser la organización del trabajo, y el único título legítimo del ciudadano debe ser el trabajador. Al trabajador se le debe el respeto en el trabajo, y el respeto en el descanso, y el respeto en el goce de los más nobles bienes asequibles al hombre, que son los bienes de la cultura.-¿Cómo entiende usted que la República debe resolver el problema religioso?- La República debe hacer frente a los problemas religiosos existentes, pero no crear problemas que no existen. Yo trataría la mayor parte de los llamados en España problemas religiosos desde un punto de vista económico. Algunos de ellos son simples negocios, y aun malos negocios disfrazados. Además, a mí me parece que lo más urgente y el medio más eficaz de promover la libertad religiosa sería que no se nos obligase a pagar el culto a los que por motivos de conciencia no queremos contribuir a su sostenimiento. El Estado puede pagar los gastos de la Iglesia, pero con el dinero de los fieles nada más.-¿La organización política de España, debe ser federal?- El pacto de San Sebastián entre los partidos republicanos me parece que abordó con gran acierto el problema de Cataluña. Esa conclusión la había yo defendido en el Congreso allá por el año 1918 ó 19. Hay que conocer la voluntad verdadera de Cataluña y respetarla. Y lo mismo con las demás regiones o, si se quiere, nacionalidades. Pero si se intentase someter a toda España un esquema de República federal se cometería a mi juicio, un grave error que es preciso evitar.-¿Qué orientaciones parecen adecuadas a la República en política internacional?- La política internacional de España debe ser la política de la organización de la paz. Nunca ha habido en el mundo tantas causas de guerra como hoy. En cambio nunca ha habido tantos deseos de paz. Sin embargo los deseos, los anhelos no bastan. Hay que crear el mecanismo internacional capaz de hacer abortar toda guerra incipiente. La creación de ese mecanismo es la gran obra de nuestra edad y a ella se debe entregar por entero toda la noble pasión y toda la idealidad de que sea capaz nuestro pueblo.

domingo, 12 de febrero de 2012

Verdad, justicia y reparación - José María Pedreño


El proceso promovido ante el Tribunal Supremo por organizaciones de ideología fascista contra el juez Baltasar Garzón ha puesto en evidencia ante la opinión pública la vigencia del pacto de silencio de la Transición y el modelo español de impunidad. Este proceso, independientemente de otros fines o intereses entrecruzados que puedan darse en él, tiene como objetivo para los franquistas y la derecha institucional mostrar su poder, circunscribir la memoria histórica, como mucho, a una pura cuestión privada y familiar, y conseguir un castigo ejemplar para amedrentar a cualquier juez que intente investigar los crímenes contra la humanidad –y, por tanto, imprescriptibles– cometidos por el franquismo.

El procedimiento instruido por Garzón puede que adoleciera de un defecto de forma por cuestión de competencia, pero no podemos considerar que declararse competente en principio o discrepar del fiscal fuera un delito, sino una cuestión de interpretación de las leyes a la que todo juez tiene derecho. Lo cierto es que, centrando la cuestión en el proceso abierto contra Garzón, nos estamos olvidando de la cuestión fundamental: las víctimas. El Poder Judicial, tras dictar la no competencia de Garzón, aún no ha indicado cuáles son los órganos jurídicos competentes para investigar los crímenes del franquismo, por lo que a día de hoy las víctimas siguen desamparadas, los franquistas y sus herederos se aferran a los numerosos órganos de poder que aún controlan, y el franquismo sociológico sigue formando parte de nuestra cultura social. Por ello, independientemente del resultado que tenga el proceso iniciado contra Garzón, la centralidad debemos ponerla en la consecución de justicia para las víctimas y la lucha contra la impunidad.

viernes, 10 de febrero de 2012

¿Revolución democratico-burguesa o revolución democratico-socialista? - Joaquín Maurín

 
La Nueva Era (2ª época), núm. 4, mayo de 1936
 
Los comunistas stalinistas -prácticamente ex comunistas- afirman que nuestra revolución es de tipo democratico-burgués. Esto tiene consecuencias políticas extraordinariamente graves. Significa colocar al proletariado en un segundo plano desempeñando el papel de espolique, de auxiliar de la burguesía. 

Los socialistas siguen navegando en medio de un mar de confusionismos y de falta completa de horizontes teóricos. En el fondo, creen también -y actúan en consecuencia- que la revolución es democrático-burguesa.
Esta posición doctrinal, y táctica como consecuencia, de comunistas (?) y socialistas es la causa principal de la lentitud del proceso revolucionario. 

Frente a socialistas y comunistas, hay un sector marxista, el nuestro, que parte del supuesto de que estamos en presencia, no de una revolución democrático-burguesa, sino democrático-socialista o para mayor precisión, socialista.

La burguesía, clase reaccionaria

La burguesía fue una clase revolucionaria desde que empezó a manifestarse en el curso de la Edad Media y sobre todo durante los siglos XVI, XVII y XVIII, y luchaba contra el feudalismo y contra la Iglesia. 

La burguesía, tras una serie de combates seculares que algunas veces adquirieron un esplendor épico –Revolución inglesa y Revolución francesa-, conquistó el poder político en un gran número de países. La burguesía organizó un sistema económico: el capitalismo. Ahora bien, de la misma manera que de los flancos del viejo feudalismo nació una clase social nueva -la burguesía- que debía acabar con él, de los flancos del capitalismo surgió el proletariado, cuya misión histórica era ser el heredero, continuador y destructor a la vez de la burguesía. 

La burguesía, de clase revolucionaria con relación al feudalismo, se ha transformado en conservadora y reaccionaria con respecto al proletariado. 

Esta transformación de la burguesía empieza a manifestarse a medida que el feudalismo cae hecho trizas y, en cambio, la clase trabajadora se desarrolla al calor de la fábrica y de la gran empresa. Es en la revolución de 1848 que se nota experimentalmente este cambio, adquiriendo en 1871, en la Commune francesa, proporciones gigantescas. 

Esta evolución de la burguesía en sentido retrógrado, en oposición al crecimiento y al desarrollo revolucionario del proletariado, se acentúa más y más durante el siglo xx, época de imperialismos. 

La primera revolución que surge en el siglo xx es la de Rusia, en 1905. Aun cuando en Rusia había que liquidar el feudalismo, se demostró palpablemente que la burguesía ya no era una fuerza revolucionaria y que la única clase verdaderamente progresiva era el proletariado. Solamente la clase trabajadora podía llevar la revolución adelante. La falta de un verdadero partido revolucionario que desempeñara las funciones de eje del proletariado y supiera buscar aliados, al campesino principalmente, determinó el fracaso de la revolución. La burguesía, después de algunas fluctuaciones, acabó por ligarse con el zarismo feudal contra la clase trabajadora. 

En 1917 vuelve a plantearse el problema como en 1905. Pero el movimiento obrero tiene ante sí la experiencia de doce años atrás. Mientras que el socialismo reformista, el menchevismo, pretende que la revolución rusa es una revolución democrático-burguesa, el marxismo revolucionario, representado por Lenin y Trotski, opina que el proletariado debe ir a la conquista del poder político para llevar a cabo la revolución burguesa, que la burguesía es incapaz de hacer, e iniciar la revolución socialista. 

No hay necesidad de que nos extendamos en consideraciones para demostrar que la posición bolchevique era justa frente al menchevismo. Lo asombroso, aparentemente, es que quienes se dicen continuadores del bolchevismo, cuando en España tea un problema parecido al de Rusia en posiciones que en aquella época defendían los Dan, Tsereteli, Kerenski, etc. Digo aparentemente porque, analizada la cosa a fondo, no hay por qué extrañarse. El comunismo de la época stalinista -y esto me propongo demostrarlo en un próximo artículo- es menchevismo de la peor especie, no teniendo nada, absolutamente nada que ver con el bolchevismo clásico. 

La Revolución rusa, o mejor dicho, las tres revoluciones rusas, la de 1905 y las dos de 1917, son para la revolución proletaria lo que para las revoluciones burguesas fue la Gran Revolución francesa de fines del siglo XVIII: el guión ejemplar. 

jueves, 9 de febrero de 2012

Antígona en Poyales del Hoyo - Arturo Peinado


La destrucción del monumento de Poyales representa la impunidad de los verdugos y la indefensión de las víctimas del franquismo
En la tragedia “Antígona”, de Sófocles, representada por primera vez en el 442 a.C., la protagonista entierra a su hermano, contraviniendo el mandato del rey Creonte quien ha ordenado que, como castigo por traición, su cadáver quede insepulto.
Desde la antropología se ha estudiado el carácter ejemplarizante que tiene la prohibición de enterrar un cadáver o la ocultación del lugar donde se ha realizado el enterramiento. La inhumación ilegal supone un modo de represión (castigo post-mortem) contra el represaliado; contra sus familiares, a quienes se estigmatiza y niega la posibilidad de cerrar el hecho luctuoso mediante los ritos funerarios; y como amenaza permanente contra el conjunto de la sociedad o del grupo humano al que pertenecía la víctima.
El pasado 30 de julio, en la localidad abulense de Poyales del Hoyo, se produjo la destrucción del monumento funerario donde descansaban los restos de diez represaliados del franquismo, que habían sido exhumados de dos fosas comunes clandestinas en 2002 y en 2010. Cuerpos y familiares que, tras décadas, por fin habían recibido un merecido descanso. No fue por obra de delincuentes o gamberros, sino del alcalde de la localidad y una jueza “de paz”.

martes, 7 de febrero de 2012

Diez años de Génova, ¿una cita útil para el 15M? - Pablo Iglesias Turrión

 
La caída del muro de Berlín representó para muchos estudiosos el crepúsculo de las movilizaciones sociales asociadas al anticapitalismo. Eran tiempos de revoluciones de terciopelo que, aunque ilusionaron a quienes pensaron que podían representar una nueva primavera de Praga antiburocrática, no tuvieron más efecto que el de consolidar las transiciones de los sistemas del “socialismo real” a sistemas ultraliberales de democracia procedimental.

Fue la época también de la institucionalización de buena parte de los llamados “nuevos movimientos sociales” (en especial de los verdes alemanes convertidos en eco-capitalistas) y de la domesticación de buena parte de la solidaridad internacional que tomaba la forma de ONG y asociaciones humanitarias.
Aunque en las ciencias sociales se asumían ya como habituales los movimientos sociales y las formas de intervención política no convencionales, los imperativos de la gobernanza doméstico-estatal condicionaban la acción colectiva.

Sin embargo, con el precedente fundamental de la experiencia neozapatista en Chiapas, el nuevo milenio comenzó para los movimientos con la resaca de las protestas en Seattle contra la Organización Mundial del Comercio. Desde ahí, las movilizaciones contra las organizaciones mundiales de gestión se extendieron a todo el mundo en forma de días de acción global. En Europa, la reunión en Praga entre el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, en septiembre de 2000, abrió un ciclo que culminó poco menos de un año después con la imponente movilización de Génova contra el G8.

Aquellas protestas representaron, como decimos, el punto culminante de un movimiento cuyas características principales fueron dos. En primer lugar, el despliegue de formas de acción colectiva conflictivas; los días de acción global apostaban por los bloqueos y los enfrentamientos (más o menos simbólicos según los grupos y los casos) en cada cumbre de las instituciones de gestión global. En segundo lugar, el movimiento fue capaz de situar la protesta política más allá de los límites del Estado, al identificar al adversario político con el neoliberalismo y no solo con sus instituciones de gestión estatal.

Las posibilidades de un fascismo español - Andreu Nin


 
Artículo publicado en el número 23 de la revista Comunismo, abril de 1933.

¿Es posible un fascismo español? ¿Tiene éste probabilidades de surgir, desenvolverse y triunfar? Antes de contestar estas preguntas que tantos se habrán formulado en estos últimos tiempos, particularmente después de la victoria de los nazis en Alemania, es indispensable precisar la noción de fascismo, definir claramente el contenido de este término. Esto es tanto más necesario cuanto que la confusión que existe sobre el sentido del mismo es verdaderamente extraordinaria. Para el centrismo estalinista, por ejemplo, fascistas fueron los gobiernos Brüning y Papen, en Alemania; fascista era la dictadura de Primo de Rivera y de Berenguer; para el Partido oficial español, son fascistas los agrarios, la Lliga de Catalunya, Sanjurjo; hay el socialfascismo, el anarcofascismo. Para ]os anarquistas, todos los gobiernos, sin excepción, son fascistas desde el italiano a la dictadura proletaria de la URSS,pasando por la República española. En los medios burgueses y pequeño-burgueses la confusión no es menor, y así se habla en los mismos de fascismo ruso, de fascismo de la Esquerra (aludiendo a la acción de los famosos escamots) (1) y de fascismo socialista. 

Esta confusión enorme parte de un error común: el considerar como sinónimos del fascismo todas las formas de reacción y el empleo de los métodos de violencia como su característica única. En el primer caso, el zarismo ruso debería considerarse como fascismo. En el segundo, los «jóvenes bárbaros» y los «requetés» eran organizaciones fascistas. Estos ejemplos bastan para demostrar cuán profundamente errónea esta concepción. 

El fascismo, producto directo de la posguerra, surge cuando con la agravación de la crisis capitalista, las contradicciones internas del régimen burgués alcanzan el máximo de tensión y las clases explotadoras, para asegurar su dominio amenazado, echan por la borda el régimen parlamentario, propio de las épocas de desarrollo «normal», anulan las libertades democráticas y destruyen las organizaciones de la clase obrera. Por esto, porque el fascismo aparece cuando el antagonismo entre la burguesía y el proletariado adquiere caracteres más agudos, es por lo que las soluciones intermedias resultan efímeras e inconsistentes: el equilibrio inestable que se crea no se puede resolver más que por la victoria de la revolución proletaria o la instauración de la dictadura capitalista descarada. 

Pero lo que constituye la característica esencial del fascismo, lo que lo distingue de las demás formas de dictadura capitalista, es que se apoya en las masas pequeño-burguesas, que se transforman en su base social y en sus tropas de choque. Incapaz, por el papel que desempeña en el sistema económico, de asumir una función política independiente, la pequeña burguesía está fatalmente condenada a servir los intereses del capitalismo o del proletariado. Cuando por la potencia de sus organizaciones, la audacia de sus ataques y la capacidad de sus dirigentes, la clase obrera aparece ante la pequeña burguesía como una fuerza capaz de sacarla de su situación mísera y de establecer un orden nuevo, se deja arrastrar o, por lo menos, neutralizar por ella. Por el contrario, cuando el proletariado defrauda sus esperanzas, cuando el avance revolucionario del mismo se estaciona o en el momento decisivo -ese momento único que hay que saber aprovechar- la clase llamada a transformar el mundo no se muestra a la altura de su misión histórica, la pequeña burguesía, que va siempre tras del más fuerte, vuelve los ojos hacia la burguesía y ésta la arroja contra la clase obrera. 

Así surge el fascismo, que explota hábilmente los lados flojos -que, ¡ay!, son los más- de la pequeña burguesía. Si desde un principio apareciera a sus ojos con su verdadera faz, sus posibilidades de proselitismo quedarían muy menguadas. La pequeña burguesía siente odio por la gran burguesía, que va estrechándola cada día más fuertemente en sus tentáculos por la usura, a la cual tiene con frecuencia que recurrir para remediar sus ahogos. El fascismo se pronuncia contra las oligarquías financieras, fomenta el antisemitismo, preconiza -como lo hemos visto en Alemania- el cierre de los grandes almacenes, que no dejan vivir a los pequeños; la expropiación de las grandes fortunas, etc., etc. La pequeña burguesía, por la razón expuesta ya de que es una clase intermedia, atada, por una parte, a la gran burguesía, de la cual depende, y por otra, al proletariado, cuyas filas está llamada a engrosar, alimenta en su espíritu una utopía: la posibilidad de crear un régimen intermedio, ni proletario ni burgués; un régimen situado más allá de las clases. El fascismo viene también en su ayuda en este caso con la exacerbación de la idea nacional, la idea de la unidad por encima de las clases (2), del Estado como representación de todos. Este es uno de los aspectos más peligrosos del proselitismo fascista, y por ello el proletariado debe considerar con particular recelo a los que pretenden desligarlo de la lucha internacional con sus hermanos de clase presentándose como apologistas de una sedicente «revolución racial ibérica». El hecho de que esa propaganda venga envuelta en el ropaje de una fraseología ruidosamente revolucionaria, no debe deslumbrarle. Que no olvide los precedentes italiano y alemán: la propaganda de Mussolini y de Hitler se distinguió en su iniciación por una demagogia desenfrenada. ¿No llegó incluso el «duce» a aprobar la ocupación de las fábricas en 1920? 

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lunes, 6 de febrero de 2012

HABLA Durruti



(Del 4 de noviembre al 22 de noviembre de 1936) 
"Cui prodest scelus is fecit".
Aquel a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido.
Séneca, Medea.
"Los anarquistas podemos ir a la cárcel, morir como murieron Obregón, Ascaso, Sabater, Buenaventura Durruti y Peiró, cuyas vidas son dignas de ser cantadas por un Plutarco. Podemos morir en el exilio, en los campos de concentración, en el maquis, o en el hospicio, pero ostentar el cargo de ministro, eso es inconcebible."
Jaime Balius:"Por los fueros de la verdad". Solidaridad Obrera/Le Combat Syndicaliste (2-9-1971).



El 4 de noviembre de 1936 había mucha expectación por escuchar el imprevisto discurso de Durruti por Radio CNT-FAI, que sería trasmitido a toda España por las emisoras barcelonesas. Ese mismo día la prensa daba fe de la toma de posesión del cargo de Ministro por cuatro anarquistas en el gobierno de Madrid: Federica Montseny, Juan García Oliver, Juan López y Joan Peiró. La Columna Durruti no había conseguido tomar Zaragoza.

Las dificultades de aprovisionamiento de armamento eran la principal dificultad del frente. Durruti había recurrido a todos los métodos a su alcance para conseguir armas. Incluso había enviado un destacamento de milicianos, a principios de septiembre, en una expedición punitiva sobre Sabadell, para obligar a que le entregaran las armas que habían sido almacenadas con vistas a la formación de una Columna Sabadell que no había llegado a constituirse. Además, el 24 de octubre la Generalidad había aprobado el Decreto de militarización de las Milicias, que ponía en vigor el antiguo Código de Justicia Militar a partir del uno de noviembre. Tanto amigos como enemigos esperaban con atención qué iba a decir Durruti.

Ya antes de la alocución la gente se aglomeraba en las proximidades de los altavoces instalados en los árboles de Las Ramblas, que solían trasmitir canciones revolucionarias, música y noticias. En cualquier lugar de la ciudad de Barcelona donde hubiera una radio se esperaba con impaciencia que el locutor anunciara: "Habla Durruti".

El Decreto de militarización había sido apasionadamente discutido en la Columna Durruti, que había decidido no admitirlo, porque no podía mejorar las condiciones de lucha de los milicianos voluntarios del 19 de julio, ni resolver la crónica falta de armamento. Durruti firmó, en nombre del Comité de Guerra, un escrito de rechazo a la militarización que dirigió al "Consejo" de la Generalidad, fechado significativamente en el Frente de Osera ese mismo uno de noviembre en el que se reponía el odiado Código Militar. La Columna negaba la necesidad de una disciplina de cuartel a la que oponían la superioridad de la disciplina revolucionaria: "Milicianos sí; soldados nunca".

Durruti, como delegado de la Columna, quiso hacerse eco de la indignación y protesta de los milicianos del frente de Aragón ante el curso claramente contrarrevolucionario que se estaba abriendo paso en la retaguardia. A las nueve y media de la noche empezó a radiarse el discurso de Durruti:

"Trabajadores de Cataluña: Me dirijo al pueblo catalán, a ese pueblo generoso que hace cuatro meses supo deshacer la barrera de los militarotes que querían someterle bajo sus botas. Os traigo un saludo de los hermanos y compañeros que luchan en el frente de Aragón a unos kilómetros de Zaragoza, y que están viendo las torres de la Pilarica. A pesar de la amenaza que se cierne sobre Madrid, hay que tener presente que hay un pueblo en pie, y por nada del mundo se le hará retroceder. Resistiremos en el frente de Aragón, ante las hordas fascistas aragonesas, y nos dirigimos a los hermanos de Madrid para decirles que resistan, pues los milicianos de Cataluña sabrán cumplir con su deber, como cuando se lanzaron a las calles de Barcelona para aplastar al fascismo. No han de olvidar las organizaciones obreras cuál debe ser el deber imperioso de los momentos presentes. En el frente, como en las trincheras, hay un pensamiento, sólo un objetivo. Se mira fijo, se mira adelante, con el sólo propósito de aplastar al fascismo.

domingo, 5 de febrero de 2012

El hilo rojo de la memoria y el 15M - José María Pedreño y Pedro A. García Bilbao


Las elecciones del domingo 22 de mayo han supuesto un cambio notorio de la situación política y que tendrá graves consecuencias en la evolución de la lucha de clases. Pero además de reflexionar y valorar el nuevo escenario es preciso abordar el fenómeno denominado 15M (DRY, Acampados, Todos a la calle, u cualquier otro avatar de un mismo ente).

El movimiento 15-M parte de dos cuestiones:
·            Por un lado, la indignación de una generación muy formada y que ve, al mismo tiempo, la clara posibilidad de que sus condiciones de vida van a ser peores que las de la generación anterior.
·            El rechazo a  los partidos políticos del sistema extendiéndolo a las ideologías clásicas

En cuanto al primer punto, el movimiento ha identificado claramente a los culpables de la situación económica, política, social y cultural.

En cuanto a lo segundo, la incapacidad mostrada, hasta ahora, por la izquierda clásica anticapitalista para ser capaz de aglutinar a su alrededor toda esa indignación con una refundación clara ha provocado, en gran parte, ese rechazo.

Este movimiento se ha nutrido del acompañamiento de millones de ciudadanos indignados por lo que está pasando. Corean eslóganes que la izquierda de base ha ido acuñando en centenares de movilizaciones a lo largo de varias décadas.

El movimiento 15-M dice estar contra el bajo perfil de la democracia actual, contra la banca, el Fondo Monetario Internacional, los políticos y además dice ser revolucionario. Sin embargo, el movimiento 15-M aún no ha dado pruebas de que es revolucionario ya que, en ningún momento se ha planteado la toma del poder del estado, para transformarlo (comunistas, socialistas y republicanos) o para destruirlo(anarquistas), ni siquiera un cambio de régimen o plantear la necesidad de una gran alianza de las fuerzas de izquierda y los movimientos sociales.

Se está promocionando como un movimiento cívico ni de izquierdas, ni de derechas. Desde aquí quisiera recordar que la Historia muestra muchos movimientos de este tipo: por ejemplo, Falange Española se consideraba así misma ni de izquierdas, ni de derechas y, sin embargo sirvió de brazo ejecutor de la derecha más reaccionaria. Por lo que se debe de tener mucho cuidado en esas apreciaciones. En una situación como la actual, con una sociedad cada vez más dual, con una derecha que mantiene un apoyo social de más de diez millones de votos, porque siempre ha sido coherente con su ideología, y una pretendida izquierda que ha abrazado las políticas de derechas, traicionando a sus propios muertos, mantener que no se es ni de izquierdas, ni de derechas, significa dejar las manos libres a aquellos que se pretende combatir. Es un auténtico crimen.