Hoy en día el poder político se afirma por medio de su
poder sobre el proceso mecánico y sobre la organización técnica del aparato. El
gobierno de las sociedades industriales avanzadas y en crecimiento sólo puede
mantenerse y asegurarse cuando logra movilizar, organizar y explotar la
productividad técnica, científica y mecánica de que dispone la civilización
industrial. Y esa productividad moviliza a la sociedad entera, por encima y más
allá de cualquier interés individual o de grupo. El hecho brutal de que el
poder físico (¿sólo físico?) de la máquina sobrepasa al del individuo, y al de
cualquier grupo particular de individuos, hace de la máquina el instrumento más
efectivo en cualquier sociedad cuya organización básica sea la del proceso
mecanizado. Pero la tendencia política puede invertirse; en esencia, el poder
de la máquina es sólo el poder del hombre almacenado y proyectado. En la medida
en que el mundo del trabajo se conciba como una máquina y se mecanice de
acuerdo con ella, se convierte en la base potencial de una nueva
libertad para el hombre.
La civilización industrial contemporánea demuestra que ha
llegado a una etapa en la que «la sociedad libre» no se puede ya definir
adecuadamente en los términos tradicionales de libertades económicas, políticas
e intelectuales, no porque estas libertades se hayan vuelto insignificantes,
sino porque son demasiado significativas para ser confinadas dentro de las formas
tradicionales. Se necesitan nuevos modos de realización que correspondan a las
nuevas capacidades de la sociedad.
El hombre unidimensional - Herbert Marcuse (1954) [DESCARGAR LIBRO]
No hay comentarios:
Publicar un comentario