Transcripción
de la charla ofrecida el 28/06/2012 en la librería Enclave de Libros
(Madrid) dentro del ciclo “¿Molesta? Haciendo política del ruido”.
Barcelona,
20 de noviembre de 2011. Aquel día me encontré con Jordi Valls, de
Vagina Dentata Organ, a quién no conocía personalmente. Nuestro
encuentro vino motivado por la publicación de un libro sobre el
Reverendo Jim Jones, Jim Jones. Prodigios y milagros de un predicador apocalíptico,
que muchos ya conoceréis. En 1984, Valls, bajo el nombre artístico de
Vagina Dentata Organ, editó un vinilo que contenía el discurso del
suicidio. Fabricó 912 copias, una por cada fallecido. Valls fue uno de
los protagonistas de uno de los mayores escándalos de la televisión
pública. Un contingente, irreductible y rompedor, llegó proveniente de
Londres. Junto a él, le acompañaron los miembros de Psychick TV, entre
los que estaba Genesis P-Orridge. La actuación de Vagina Dentata Organ en el famoso programa La Edad de Oro,
junto a la potente imagen de un hombre boca abajo que descendía del
plató en medio del caos y el ruido, supusieron, en gran parte, el cierre
del programa.
Tras
charlar de muchos temas (la escena de Londres durante los sesenta y
setenta, la posterior llegada del punk, la comuna de creación y
activismo alrededor de Throobbing Gristle y COUM Transmissions, las
vanguardias y la provocación, sus proyectos presentes y futuros…), Valls
me obsequió con varios discos de Vagina Dentata Organ. Al llegar a
casa, puse uno de ellos. Lo que allí encontré me dejó estupefacto.
***
Décadas
antes, en Seattle, John Cage -el músico y filósofo que soñó con un cruce
perfecto entre el zen y Max Stirner- pronuncia una conferencia en una
sociedad cultural. Lo que allí dijo tardó dos décadas en poder leerse,
cuando en 1958 alguien decidió publicarlo. Cage había recibido el
encargo de escribir un texto que acompañase a la grabación de George
Avakian en un concierto retrospectivo acerca de su obra que se celebró
en el Town Hall de Nueva York: “Dondequiera que estemos -comenzaba
diciendo- lo que oímos es en su mayor parte ruido. Cuando lo ignoramos,
nos molesta. Cuando lo escuchamos, lo encontramos fascinante. El sonido
de un camión a ochenta kilómetros por hora”. Más adelante, vuelve a
proporcionarnos pistas acerca de esta particular e inaudita noción de
belleza: “un motor de explosión, viento, latidos del corazón y
corrimiento de tierras”.
He ahí la belleza, la innegable belleza de la brutalidad y el ruido.
Esto era más o menos lo que ofrece Un chien catalán
de Vagina Dentata Organ. Al comenzar a rodar el disco, el oyente se
siente como un estúpido, alguien víctima de un engaño. Cage lo advirtió:
el estruendo de un camión pesado asolando las calles es música,
deliciosa música. Durante más de una hora el disco recoge la grabación
de un viaje a bordo de una Harley alrededor de la casa de Dalí en Port
Lligat, Cadaqués y Cap de Creus. La grabación comienza con la potencia
de su encendido (los altavoces retumban y vibran al unísono). Hay
extraños sonidos producidos por el sonido del viento o el roce de la
grabadora con la ropa. Uno parece sentirse ahí arriba. Incluso, en un
momento dado, irrumpen unos violines (última esperanza de que todo
regrese a un lugar conocido), pero pronto son sepultados entre el
ronroneo de la maquinaria en funcionamiento. Música.
En
Barcelona, Valls me aseguró que Harley había registrado el inconfundible
sonido de sus máquinas, o al menos el tipo de sonido que produce su
fantástico sistema de encendido y la característica configuración de sus
enormes motores bicilíndricos en v (sus pistonadas van muy lentas y
espaciadas, y los dos pistones bajan y suben al mismo tiempo, de ahí que
lo que oigamos sea un ruidoso pon pon pon). A ello, por supuesto, hay
que añadirle unos largos tubos de escape que hacen que los gases
retumben al salir. Es como una seña de identidad, la constatación de que
eso tan rudo que se sienta sobre la moto (forajidos barbudos, músculos y
tatuajes) está en sintonía con sus mismas tripas. Un mismo cuerpo. Casi
como algo orgánico. “El ruido del motor es un mantra -aseguró Valls
durante una entrevista– […] En cierto punto, suena como un encuentro en
el infierno entre Jimi Hendrix y Stockhausen.” En otra ocasión: “Es más
poderoso y vivo la intensidad de un gemido sexual, o el choque de un
avión que los sonidos artificiales de los instrumentos hechos por el
hombre”, concluye Valls. El gran sonido que para todo motorista es la
explosión del motor de una Harley, igual que si fuese música celestial,
justo cuando es accionada gracias al Suicide Shift o Embrague Suicida,
donde el embrague esta junto al pie, pero las velocidades se pasan
manualmente.
***
Bandas
como Throobing Gristle, Psychick TV, Soft Cell, Coil, Current 93 o
NON-Boyd Rice estaban muy conectadas con la magia. Su interés por los
grandes asesinos en serie residía en la fascinación que les despertaba
el control de las masas. En casi todos ellos, hay una continua
repetición de gestos supuestamente criptofascistas, uniformes y rigidez.
El surgimiento de la música industrial está directamente relacionado
con la perfección de la sociedad espectacular, el desarrollo de nuevas
tecnologías, la cibernética, el problema del control de la información y
la lucha por la “verdad”, donde los individuos desaparecen. Un gobierno
visible controla todo, pero hay muchos poderes, entre ellos el de la
información, que son aún más importantes.
Es
curioso el interés que muchos de ellos tuvieron por el esoterismo. La
magia es la capacidad por modificar los aspectos internos y externos de
la realidad, de ahí que los inicios de la música industrial estén
conectados con la psicodelia (les interesaba las bandas de psicodelia:
Captain Beefheart, Hendrix, e incluso Pink Flyod…) o la experimentación
absoluta con las drogas. En cierta medida, esta época está presidica por
la anarquía y la heterodoxia. Un panteón de nombres oscuros y asesinos
sirven de telón de fondo.
El
principio anárquico que reza: “No hay más autoridad que uno mismo”. “Haz
lo que quieras”, la famosa máxima de Alesteír Crowley, que a su vez
tomó de Rabelais, servía para que todas las posibilidades estuviesen
abiertas. Se debía seguir los dictados del inconsciente, de la voluntad
en estado puro (aunque el qué, cómo y cuándo, en relación al significado
no desvelado de nuestra “voluntad”, eran tareas no tan sencillas y su
obediencia automática podía justificar el asesinato mismo). La cábala o
los escritos de la Sociedad Teosófica, la mítica Aurora Dorada, o el más
contemporáneo y críptico Templo de la Juventud Psíquica, todos ellos
responden a una nueva concepción del mago y de magia negra donde cada
cual se aparece como su propio dios. La religión, encerrada en el dogma y
la represión del deseo, sucumbe ante una especie de religión
sustitutiva. “El temperamento occidental normal pide vida, más vida; no
es soñador -afirmó el ocultista y experto en cábala Dion Fortune- Esta
concentración de fuerza-vida es lo que el ocultista occidental busca en
sus operaciones. No trata de evadirse de la materia y refugiarse en el
espíritu, dejando tras de sí un territorio sin conquistar para abrirse
paso lo mejor que puede: lo que quiere es bajar la deidad a la
naturaleza humana”.
Los
primeros músicos industriales rechazaban el cristianismo. Esta actitud
no era una novedad, por supuesto, pero al tamizarlo con esoterismo
generaron un debate original y potente. La magia, en cierta medida, se
interesa por muchos de los problemas que le atañen a la religión, pero
va mucho más allá de ésta. Como afirmó Regardie, la magia “no malgasta
el tiempo en inútiles especulaciones relativas a la existencia o
naturaleza de Dios. Afirma dogmáticamente que hay un principio de vida
omnipresente y eterno, y en consecuencia, y de manera auténticamente
científica, aporta una multitud de métodos que lo prueban por uno
mismo”.
El ruido,
el uso de ciertas frecuencias, el intento por dotar al espacio en que
el artista actuaba como si fuese una obra de arte total (las luces, el
uso de imágenes, cine, diapositivas, etc.), pretendían crear un acto de
magia. Un concierto es lo más próximo que existe a un ritual iniciático,
a las sesiones de las sociedades secretas, a la uniformización y a la
magia.
Los
inicios del ruido y, en concreto, de la música industrial, están
presididos por la brutalidad histórica (no tanto como un recordatorio de
lo que fue el campo de concentración, sino la evidencia de que los
campos aún existen entre nosotros). La advertencia de su pervivencia
entre nosotros. Throobbing Gristle, por ejemplo, hizo uso de muchas
imágenes relativas a los campos de concentración, de ahí la gran
proliferación de músicos y artistas metidos en la escena industrial y
que en sus creaciones trataban asuntos como los crímenes, la violencia,
los asesinos en serie o las más profundas perversiones del ser humano.
En el
fondo, todo esto tiene que ver con algo más cercano a la terapia
personal, al sinsentido a la hora de exponer los significados propio de
las vanguardias, de hacer valer (tras la segunda guerra mundial o la
violencia y la matanza organizada (Vietnam, etc.), la demoledora
advertencia de Foucault: “Todo lo que la moralidad, todo lo que una
sociedad chapucera ha ahogado en el hombre, revive en los asesinatos”.
Boyd Rice-NON, en Pagan Muzak
(1978), con su claustrofobia y su fascinación por la repetición del
gesto hipnótico y violento, parece repetir la célebre frase de Foucault.
Gran parte del noise
estaba ligado a una realidad que había sido increíblemente violenta,
desde la visión de los campos de concentración hasta posteriormente la
masacre mantenida durante diez largos años contra el pueblo vietnamita.
Tras aquella mayúscula violencia, atroz e inabarcable, tan sólo quedaba
el exceso, su curación mediante la purga, o bien su imitación como
simulacro. Un ejemplo es el enorme tema “Total war”
de Boyd Rice-NON. “Estábamos devorados por la violencia reprimida y
amargados por el terror constante de que se cometiera una violencia
inconcebible sobre nosotros y el resto de los hombres -confesó Jeff
Nuttall, testigo directo del accionismo vienés y la experimentación en
los sesenta […] Había una fiebre de sadomasoquismo en todas las artes.
Cuando Brady y Hindley [los asesinos en serie] estaban llevando a cabo
su primer asesinato, Otto Muehl y Herman Nistch ya habían celebrado sus
primeras ceremonias con entrañas, carne y restos de comida. Keith
Musgrove y yo estábamos discutiendo públicamente la posibilidad de
destripar un cadáver humano y arrojar las vísceras al público. Nistch se
lamentaba de que los estudiantes de medicina pudieran disponer de
cadáveres y los artistas no. En el primer festival de Notting Hill Gate,
De Foley duchó al público con despojos, y yo con Musgrove y otros
miembros del equipo Stigma, imitamos un destripamiento en los sótanos de
la sala Better Books. Tony Godwin dijo: `Creí que la habías matado´, y
John Calder respondió: `Algún día se llegará a eso´. Sin duda había poca
distancia entre el rito público y la ceremonia privada. En esa época
nunca estábamos seguros de si lo que hacíamos en los happenings era una
manifestación o una terapia personal”, confesó Jeff Nuttall, testigo de
todo ello.
***
Edmund Burke, en 1757 y con apenas 19 años, escribió un pequeño, brillante y original texto llamado Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello (también conocido como De lo sublime y de lo bello).
Se trata, sin duda, de un texto extraño. Su primera parte no tiene
excesivo interés; son consideraciones nada novedosas acerca del gusto y
la belleza. La segunda parte, por el contrario, reflexiona sobre una
palabra que nombraba algo hasta entonces oculto: lo sublime. El libro
contenía una especie de catálogo de fenómenos bellos y sublimes. También
aparecían elementos -entonces del todo extraños- y que Burke calificó
como sublimes como la oscuridad, el temor, los gritos de los animales,
la vastedad o la brusquedad. Desde entonces, lo sublime pasó a ser una
cualidad u objeto estético “apropiado para excitar las ideas de dolor y
peligro, esto es, cualquier cosa que resulte terrible, o que hable sobre
objetos terribles o que opere de forma análoga al terror”. Además, Indagación afirmaba que lo sublime siempre es bello, pero que todo lo que es bello no tiene por que ser al mismo tiempo sublime.
Pero
fijémonos en ese elemento sublime y por lo tanto bello que son los
“gritos de los animales”. En la sección XVII de la segunda parte de la
obra, incluyó un apartado dedicado íntegramente al “el sonido y el
ruido”. Lo que allí expone está muy conectado con los grandes maestros
del ruido:
“La vista
no es el único órgano sensitivo por el cual puede producirse una pasión
sublime. Los sonidos tienen un gran poder en éstas como en la mayoría
de otras pasiones. No me refiero a las palabras, porque las palabras no
afectan simplemente por sus sonidos, sino por medios completamente
diferentes. Un ruido excesivo por sí sólo es suficiente para subyugar el
alma, para suspender su acción y para llenarla de terror. El ruido de
grandes cataratas, tormentas rabiosas, de un trueno o de la artillería,
despiertan una sensación impresionante y horrorosa en la mente”. En otra
sección, llamada “Los gritos de los animales” afirma que “los sonidos
que imitan las voces naturales e inarticuladas de los hombres, o de
cualesquiera animales que sientan el dolor o un daño, son capaces de
transmitir grandes ideas”.
***
Quizás
hemos perdido el silencio, muy posiblemente, pero también el mismo
grito. El ruido se ha convertido en una categoría para definir el exceso
de información (en la red o en la vida cotidiana). No se trata de la
conveniencia del ruido o no, sino en saber determinar si
estratégicamente, en ese momento o en esa acción el ruido debe
prevalecer. En último término, Cage pretendía burlarse de todos: con la
famosa pieza 4,33, y su deliberado mutismo y silencio, lo que pretendió
fue que aquel que esperaba escuchar algo, acabase no oyendo nada. De
pronto, lo que está pasando no tiene nada que ver con el oír, sino con
el ver. Los “ejecutantes” ponen en marcha un reloj, cada parte es
definida mediante un “click”. Recuerdo que hace unos años pude
presenciar la ejecución de esta pieza en un centro de arte. Pocos, muy
pocos, entendieron algo, sobre todo cuando los contemplaba absortos en
el “arte”, en la “alta cultura”. Todos estaban con los ¡ojos cerrados!
Mientras disfrutan de la ¡música!
Si el
ruido es ese momento en que el lenguaje queda suspendido, entonces
resulta una profanación definirlo. No voy a hacerlo. Otorgarle una serie
de atributos es dotarlo de un sentido, ubicarlo en la alta cultura.
Quizás es imposible nombrarlo y definirlo porque siempre ha estado ahí.
El ruido es la Naturaleza misma.
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El ruido
siempre ha estado con nosotros, acompañándonos sin ser conscientes de
ello. ¿Y la mecánica de las esferas? Ya los griegos se preguntaron
acerca del sonido, un ruido sublime, de las esferas celestes al
desplazarse. Su eterna permanencia -nos hemos acostumbrado a ello- hace
que sea imposible percibirlo, pero siempre han estado ahí, incluso
ahora… no es que el oído humano no pueda percibirlo sino que somos
nosotros mismos los testigos de esa inutilidad al alejarnos de la
Naturaleza. Sobre este aspecto y siguiendo la lógica de Pitágoras, en
torno al “ruido eterno” afirmaba: “Algunos creen, en efecto, que el
movimiento de cuerpos tan grandes [como los estelares] ha de producir
necesariamente un sonido, ya que también lo producen los cuerpos
próximos a nosotros, a pesar de no tener tan grandes masas ni moverse
con esa velocidad. Ahora bien, al moverse el sol y la luna, así como los
demás astros, tan considerables en número y tamaño, con tal velocidad,
es imposible que no se produzca un sonido extraordinariamente grande.
Apoyándose en estas consideraciones y en el hecho de que sus
velocidades, determinadas por sus distancias, guardan entre sí las
mismas proporciones que las consonancias musicales, afirman que el
sonido producido por el movimiento circular de los astros en armonioso.
Pero, como parece ilógico que nosotros no oigamos este sonido, dicen que
la causa de ello es que el sonido esta presente desde el momento en que
nacemos, de modo que no se distingue del silencio que le es contrario,
ya que el sonido y el silencio se distinguen por contraste. Afirman que
del mismo modo que los herreros parecen no distinguir el ruido que
producen debido a la costumbre, igual sucede con los hombres respecto al
sonido emitido por los astros”.
Este es uno de los articulos mas brillantes que he leido sobre musica industrial y concreta. Jordi Valls es uno de los artistas comtemporaneos mas completos e interesantes. Coinciden en el y su obra la esencia del verdadero arte, que causa una reaccion y no es solamante contemplativo. El arte no es algo para ver y decir "Que lindo".
ResponderEliminarUn arte que no inspira, es inutil. TG, NON, COIL, CURRENT, NWW, y sus amigos - geniales.
Coincido con Daniel.
ResponderEliminarEstá expuesto como una tesisa.
Fino altajo, y , sobretodo, el porqué.
*Tesina* Uppss :)
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