Les Levres Nues, # 8, mayo 1956. La presente
traducción ha sido publicada por Industrias Mikuerpo fanzine Amano 7 (Junio97).
Toda la gente avisada de nuestra época está de acuerdo en que el arte
no puede ser justificado por más tiempo como una actividad superior, ni tampoco
como una actividad de compensación a la que uno pueda entregarse honorablemente.
La causa de este deterioro es claramente la emergencia de
fuerzas productivas que necesitan otras relaciones de
producción y una nueva práctica de vida. Estamos inmersos en una fase de guerra
civil, y en conexión cerrada con la orientación que hemos descubierto que
acompaña a ciertas actividades superiores, podemos
considerar que todos los medios conocidos de
expresión están convergiendo en un movimiento general de
propaganda que ha de abarcar todos los aspectos
perpetuamente interactuantes de la realidad social.
Por lo que se refiere a las formas y a la naturaleza misma de la
propaganda educativa, existen muchas opiniones en conflicto, generalmente inspiradas por una u otra variedad de políticos reformistas de moda
actualmente. Desde nuestro punto de vista las premisas de
la revolución, tanto a nivel cultural como estrictamente político, no sólo
están maduras, sino que han empezado a pudrirse. No sólo
es reaccionario el retorno al pasado; también los objetivos culturales "modernos" en la medida en que dependen en
realidad de formulaciones ideológicas de la sociedad que han prolongado su
agonía mortal hasta el presente. Sólo la innovación extremista está justificada
históricamente.
La herencia literaria y artística de la humanidad debería usarse para
propósitos de propaganda de clase. Es preciso trascender la mera idea de
escándalo. Una vez que la negación de la concepción burguesa del arte y el
genio ha llegado a ser un hermoso sombrero demasiado
viejo, el dibujo de un bigote sobre la Mona Lisa no es más interesante que la versión original de tal pintura. Debemos poner ahora este proceso en el punto de la negación de la negación. Bertolt
Brecht, al revelar en una entrevista reciente en la revista France-Observatour
que ignoró algunos aspectos de los clásicos del teatro para hacer más educativa
la ejecución, está mucho más cerca que Duchamp de la orientación revolucionaria
que nosotros estamos reclamando. Debemos anotar, sin embargo, que en el caso de
Brecht estas alteraciones saludables están contenidas
dentro de estrechos límites por su desafortunado respeto a la cultura definida por la clase dominante-- el mismo respeto, mostrado en las
escuelas primarias de la burguesía y en los periódicos de los partidos
laboristas, que conduce siempre a los distritos obreros más rojos de París a
preferir El Cid sobre Madre Coraje.
De hecho, es necesario terminar con cualquier noción de propiedad
personal en este área. La aparición de nuevas necesidades convierte a las obras
"inspiradas" en antigüedades. Llegan a ser obstáculos, hábitos
peligrosos. La cuestión no es si nos gusta o no. Tenemos que ir más allá.
Algunos elementos, no la materia de donde han sido tomados, pueden
servir para hacer nuevas combinaciones. Los descubrimientos de la poesía
moderna concernientes a la estructura analógica de las imágenes, muestran que cuando dos objetos son considerados juntos,
no importa lo alejados que pudieran estar sus contextos originales, siempre existe
alguna relación. La atribución a uno mismo de un ordenamiento personal de las
palabras es mera convención. La interferencia mutua entre dos mundos de
experiencia, o la unión de dos expresiones independientes, sustituye los elementos
originales y produce una organización sintética de mayor eficacia. Algo de esto puede ser utilizado.
No es preciso decir que uno no está constreñido a corregir un trabajo o
integrar diversos fragmentos de obras caducadas en una nueva; puede también alterar el significado de
aquellos fragmentos en algún sentido adecuado, abandonando a los imbéciles la preservación esclavizadora de la ‘cita’.
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