lunes, 14 de enero de 2013

Modo de empleo del détournement - Guy Debord y Gil J. Wolman (1956)


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Les Levres Nues, # 8, mayo 1956. La presente traducción ha sido publicada por Industrias Mikuerpo fanzine Amano 7 (Junio97).

Toda la gente avisada de nuestra época está de acuerdo en que el arte no puede ser justificado por más tiempo como una actividad superior, ni tampoco como una actividad de compensación a la que uno pueda entregarse honorablemente. La causa de este deterioro es claramente la emergencia de fuerzas productivas que necesitan otras relaciones de producción y una nueva práctica de vida. Estamos inmersos en una fase de guerra civil, y en conexión cerrada con la orientación que hemos descubierto que acompaña a ciertas actividades superiores, podemos considerar que todos los medios conocidos de expresión están convergiendo en un movimiento general de propaganda que ha de abarcar todos los aspectos perpetuamente interactuantes de la realidad social.

Por lo que se refiere a las formas y a la naturaleza misma de la propaganda educativa, existen muchas opiniones en conflicto, generalmente inspiradas por una u otra variedad de políticos reformistas de moda actualmente. Desde nuestro punto de vista las premisas de la revolución, tanto a nivel cultural como estrictamente político, no sólo están maduras, sino que han empezado a pudrirse. No sólo es reaccionario el retorno al pasado; también los objetivos culturales "modernos" en la medida en que dependen en realidad de formulaciones ideológicas de la sociedad que han prolongado su agonía mortal hasta el presente. Sólo la innovación extremista está justificada históricamente.

La herencia literaria y artística de la humanidad debería usarse para propósitos de propaganda de clase. Es preciso trascender la mera idea de escándalo. Una vez que la negación de la concepción burguesa del arte y el genio ha llegado a ser un hermoso sombrero demasiado viejo, el dibujo de un bigote sobre la Mona Lisa no es más interesante que la versión original de tal pintura. Debemos poner ahora este proceso en el punto de la negación de la negación. Bertolt Brecht, al revelar en una entrevista reciente en la revista France-Observatour que ignoró algunos aspectos de los clásicos del teatro para hacer más educativa la ejecución, está mucho más cerca que Duchamp de la orientación revolucionaria que nosotros estamos reclamando. Debemos anotar, sin embargo, que en el caso de Brecht estas alteraciones saludables están contenidas dentro de estrechos límites por su desafortunado respeto a la cultura definida por la clase dominante-- el mismo respeto, mostrado en las escuelas primarias de la burguesía y en los periódicos de los partidos laboristas, que conduce siempre a los distritos obreros más rojos de París a preferir El Cid sobre Madre Coraje.

De hecho, es necesario terminar con cualquier noción de propiedad personal en este área. La aparición de nuevas necesidades convierte a las obras "inspiradas" en antigüedades. Llegan a ser obstáculos, hábitos peligrosos. La cuestión no es si nos gusta o no. Tenemos que ir más allá.

Algunos elementos, no la materia de donde han sido tomados, pueden servir para hacer nuevas combinaciones. Los descubrimientos de la poesía moderna concernientes a la estructura analógica de las imágenes, muestran que cuando dos objetos son considerados juntos, no importa lo alejados que pudieran estar sus contextos originales, siempre existe alguna relación. La atribución a uno mismo de un ordenamiento personal de las palabras es mera convención. La interferencia mutua entre dos mundos de experiencia, o la unión de dos expresiones independientes, sustituye los elementos originales y produce una organización sintética de mayor eficacia. Algo de esto puede ser utilizado. 

No es preciso decir que uno no está constreñido a corregir un trabajo o integrar diversos fragmentos de obras caducadas en una nueva; puede también alterar el significado de aquellos fragmentos en algún sentido adecuado, abandonando a los imbéciles la preservación esclavizadora de la ‘cita’.


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