Resumen.- Más allá de la modernidad y
una vez documentadas y asumidas las contradicciones que le han sido inherentes,
instalados ya en el Siglo XXI se impone afrontar ahora un reto: mirar hacia
delante. Es hora, por tanto, en recientes palabras de Eric Hobsbawm, de
“relajar el ambiente mediante la aplicación de la razón y el sentido común,
manteniendo al mismo tiempo un firme compromiso a favor de un gobierno para
personas –para todas las personas, ricas y pobres, tontas y listas, informadas
e ignorantes- y a favor de que se les consulte y procure su consentimiento”.
Mirando hacia delante la tarea es compleja, como complejo el tipo de compromiso
que intelectuales y políticos hayan de asumir, si, de verdad, se proponen
resolver los recurrentes temas de nuestro tiempo: cómo entender los conflictos
emergentes para que sea posible la paz sin necesidad de recurrir a la
intervención armada. En lugar de guerras preventivas, habría que pensar
entonces en modelos de estabilidad y equilibrios preventivos. Es, sin embargo,
imposible resolver el dilema si antes no resolvemos los conflictos –más reales
que teóricos- que tienen como justificación o referentes modelos de
nacionalismos o imperios, apuntalados en descriptores mítico-teóricos o en
discursos que, más allá de su demostrable vigencia, perpetúan los mass-media a
través de sus gestores. En una sociedad, definitivamente cosmopolita, se impone
diseñar eficaces estrategias de intervención y participación. Especialmente en
y para el espacio euro-mediterráneo.
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