La "segunda generación" de la Escuela
de Frankfurt plantea sobre el concepto de crisis el análisis del capitalismo
post-industrial o neocapitalismo. Frente a la visión optimista neoliberal de la
existencia de un mercado autónomo, los frankfurtianos consideran que en su fase
actual, el capitalismo ha necesitado introducir la regulación estatal para
continuar su pervivencia. El capitalismo tardío, entonces, es el que organiza
el mercado utilizando al Estado como un mecanismo más. De manera que, según esto,
los beneficios son adjudicados al mercado y las pérdidas son asumidas por el
Estado. Por tanto, el Estado deviene en un mecanismo de equilibrio económico y
social. Pero, las fluctuaciones y oscilaciones de la economía especulativa
supondrán la existencia de una permanente y continua crisis. Crisis que es
estudiada pormenorizadamente por Jürgen Habermas en su obra Problemas de
legitimación en el capitalismo tardío y por Claus Offe en Contradicciones en el
Estado del Bienestar.
Para explicar adecuadamente el concepto de crisis neofrankfurtiano hay que referirse al examen que Marx hizo del desarrollo histórico capitalista. Para Marx, este desarrollo es inseparable del proceso de explotación. La dialéctica entre beneficio y explotación determina asimismo una dialéctica de conflictos y contradicciones no sólo económicos sino especialmente políticos, sociales y culturales. Y, aunque la infraestructura económica fue privilegiada por Marx en cuanto núcleo condicionante del resto de estructuras, lo cierto es que ya en el análisis marxiano se avanza una primera teoría de las crisis económicas del capitalismo. Y es aquí en donde en enlaza la "segunda generación" con la herencia teórica de Marx.
Para explicar adecuadamente el concepto de crisis neofrankfurtiano hay que referirse al examen que Marx hizo del desarrollo histórico capitalista. Para Marx, este desarrollo es inseparable del proceso de explotación. La dialéctica entre beneficio y explotación determina asimismo una dialéctica de conflictos y contradicciones no sólo económicos sino especialmente políticos, sociales y culturales. Y, aunque la infraestructura económica fue privilegiada por Marx en cuanto núcleo condicionante del resto de estructuras, lo cierto es que ya en el análisis marxiano se avanza una primera teoría de las crisis económicas del capitalismo. Y es aquí en donde en enlaza la "segunda generación" con la herencia teórica de Marx.
Ahora bien, si algo caracteriza a los neofrankfurtianos es su
posición de síntesis entre diferentes tradiciones intelectuales. Habermas, en
este sentido, es el mejor ejemplo de la búsqueda de una armonización entre el
paradigma dialéctico y el paradigma analítico-funcional parsoniano. Su Teoría
de la Acción Comunicativa sólo puede entenderse globalmente desde ese interés
por ensamblar conceptos provinientes de teorías sociales y políticas que
parecían inconciliables entre sí. Marxismo y parsonianismo estarían en esta
situación.
Habermas, por tanto, recoge el significado de crisis del modelo
marxiano que lo explica y entiende como crisis de integración social y, a la
par, lo enlaza con el elaborado por Parsons y el Neofuncionalismo de Niklas
Lühmann que describe los conflictos como procesos de crisis sistémicas. La conciliación
entre integración social e integración sistémica que hace Habermas se referirá
a la comprensión del concepto de crisis y desajuste en la sociedad de
capitalismo tardío como consecuencia de la imposibilidad de asumir por y en las
instancias institucionales y organizativas las demandas sociales y, al mismo
tiempo, esa imposibilidad organizativa-institucional actuará de manera
determinante sobre "el-mundo-de-la-vida"; es decir, se está ante una
doble contradicción : la incapacidad del neocapitalismo para adaptarse a las
necesidades de su población y, asimismo, la incapacidad de la población para
poder adaptarse a los objetivos de una economía mundializada y cuyo
funcionamiento se articula en la búsqueda especulativa de ganancias por parte
de la transnalización de las empresas corporativas.
La dialéctica entre intersubjetividad y objetividad
institucional es el hilo conductor de la perspectiva teórica de la
"segunda generación". Sin establecer esta dialéctica entre lo
psicológico y lo sociológico, el estudio de la sociedad de capitalismo tardío
apenas supondría un paso adelante en relación a Marx. Mas, el capitalismo
tecnológico se ha complejizado de manera que alcanza a todos los sectores de la
existencia humana. Lo microsociológico referido al mundo subjetivo del sujeto
("el-mundo-de-la-vida") y a la cotidianidad se tienen que encuadrar
en la dinámica de las grandes estructuras sociopolíticas. Habermas, pues, al
diferenciar entre integración social aludirá a los procesos de socialización, mientras
que por integración sistémica entenderá los rendimientos colectivos de
autogobierno regulado; esto es, la articulación de las estrategias
sociopolíticas que mantienen el sistema de intercambiosm económicos
hegemónicos.
Tanto para Habermas como para Offe, las contradicciones
entre integración social e integración sistémica son expresiones de la
imposibilidad de autogobierno y resolución de problemas que tiene el
capitalismo tardío y el Estado del Bienestar surgido de la economía keynesiana,
tras el final de la Segunda Guerra Mundial, y cuyo objetivo estaba en la
evitación de conflictos sociales. Si el sistema quiere seguir conservando sus
límites, pese a la mayor complejidad, todo el sistema se hace inestable. Y es
en este punto en donde Habermas y Offe sitúan su concepto de crisis: en la
inestabilidad e ineficacia de este modo económico para asumir y aceptar sus
contradicciones. A continuación se expondrán las dos posiciones -la de Habermas
y Offe- y, pese a sus diferencias, se verá que no sólo son complementarias sino
también coincidentes.
Crisis y capitalismo tardío: El análisis de Jürgen Habermas
La Teoría de la Crisis de Habermas nace de la aproximación del
autor alemán a las teorías marxianas sobre la crisis del capitalismo
industrial. El concepto de "crisis", no obstante, se remonta a la
Estética clásica y, desde Aristóteles hasta Hegel, se entiende como el punto de
inflexión de un proceso fatal en el que sucumben los personajes incapaces de
hacer frente al poder del destino. La Filosofía de la Historia ilustrada, ya en
pleno siglo XVIII, introduce este concepto en su significado de cambio de los
ciclos históricos. con la Ciencia Nueva de Vico se consolida su sentido
moderno. Pero serán las teorías evolucionistas de la sociedad las que biologizan
las transformaciones experimentadas por una determinada formación social.
Frente a este modelo de crisis basado en la Naturaleza, Habermas vuelve al
concepto de crisis enunciado por Marx que lo refiere como un elemento
estructural de la sociedad de capitalismo. Desde este horizonte conceptual, el
neofrankfurtiano enfocará las crisis económicas, políticas y culturales de la
sociedad post-industrial actual.
La novedad de la teoría de la Crisis habermasiana proviene de
que la vincula con la Teoría de Sistemas. En este planteamiento, el sistema de
sociedad puede entenderse como un sistema de sistemas sociales. Esa conexión
establece un doble concepto de integración. Precisamente en esa dualidad es en
donde Habermas situará su interpretación de las dificultades del capitalismo en
la adaptación del individuo no sólo en su integración social, sino
especialmente en su integración sistémica.
Así pues, de integración social hablamos respecto de sistemas
de instituciones en las que se socializan sujetos hablantes y actuantes; los
sistemas de sociedad aparecen con el aspecto de un mundo-de-vida (término
acuñado por Alfred Schutz) estructurado por medio de símbolos de comunicación e
interrelación.
La integración sistémica, a su vez, se relaciona con la Teoría
de Sistemas en cuanto que el sistema intenta reducir la complejidad del
ambiente de autogobierno específico de un sistema autorregulado. Los sistemas
de sociedad aparecen aquí con el aspecto de la capacidad para conservar sus
límites y su patrimonio dominando la complejidad de los fenómenos inestables.
Bajo el aspecto de mundo-de-vida , acaparamos el campo de las
estructuras normativas -valores e instituciones- y con ello se analizan
acontecimientos y estados en su dependencia respecto de las funciones de
integración social, mientras que los componentes no normativos del sistema se
consideran condiciones limitantes. En el aspecto sistémico se tematizan los
mecanismos de autogobierno de una sociedad determinada y la aplicación del
campo de contingencia, los acontecimientos y estados se analizan en su mutua
dependencia respecto a funciones de integración sistemática, considerándose
dados los valores normativos.
Desde esta doble integración es desde donde hay que entender en
profundidad la gravedad del concepto de crisis expuesto por Habermas
porque no se tratará sólo de una crisis de estructuras
"exteriores" al sujeto, sino especialmente de una crisis que afecta a
todas las esferas de la existencia.
Habermas estima que los sistemas sociales cumplen tres
condiciones, resumidamente expuestas se pueden definir como procesos
universales de toda sociedad y serían:
1º) El intercambio de los sistemas de sociedad con su ambiente se basan en la producción (apropiación de la naturaleza externa) y la socialización (apropiación de la naturaleza interior), lo cual implica un nivel de existencia sociocultural.
2º) Los sistemas de sociedad alteran sus patrones de normalidad de acuerdo con el estado de las fuerzas productivas y el grado de autonomía sistémica. Pero la variación de los patrones de normalidad está restringida por una lógica del desarrollo de imágenes del mundo sobre la cual carecen de influencia los imperativos de integración sistémica. Desde este punto de vista, los individuos socializados configuran un "ambiente interior" que resulta paradójico desde la perspectiva del "Autogobierno", esto es debido a las imprecisiones generadas por una extensión indebida de la Teoría de Sistemas. Desapareciendo tan pronto como se escoge entre sistema y autogobierno o munso-de-vida e intersubjetividad producida lingüísticamente y se fundamentan en pretensiones de validez susceptibles de crítica.
3º) El principio de organización , entonces, vendrá dado por el nivel de desarrollo de una sociedad, el cual se determina por la capacidad de aprendizaje institucionalmente admitida y, en particular, según se diferencien las cuestiones teóricas-técnicas de las prácticas y se produzcan procesos de aprendizaje discursivo.
1º) El intercambio de los sistemas de sociedad con su ambiente se basan en la producción (apropiación de la naturaleza externa) y la socialización (apropiación de la naturaleza interior), lo cual implica un nivel de existencia sociocultural.
2º) Los sistemas de sociedad alteran sus patrones de normalidad de acuerdo con el estado de las fuerzas productivas y el grado de autonomía sistémica. Pero la variación de los patrones de normalidad está restringida por una lógica del desarrollo de imágenes del mundo sobre la cual carecen de influencia los imperativos de integración sistémica. Desde este punto de vista, los individuos socializados configuran un "ambiente interior" que resulta paradójico desde la perspectiva del "Autogobierno", esto es debido a las imprecisiones generadas por una extensión indebida de la Teoría de Sistemas. Desapareciendo tan pronto como se escoge entre sistema y autogobierno o munso-de-vida e intersubjetividad producida lingüísticamente y se fundamentan en pretensiones de validez susceptibles de crítica.
3º) El principio de organización , entonces, vendrá dado por el nivel de desarrollo de una sociedad, el cual se determina por la capacidad de aprendizaje institucionalmente admitida y, en particular, según se diferencien las cuestiones teóricas-técnicas de las prácticas y se produzcan procesos de aprendizaje discursivo.
Habermas sitúa en los principios de organización de las
sociedades su Teoría de la Crisis. En este punto, repasa las formaciones
sociales tradicionales hasta llegar a la aparición del capitalismo liberal y
sus crisis sistémicas. Pero son las tendencias a la crisis en el capitalismo
tardío las que centran el análisis del teórico de la "segunda
generación" de Frankfurt. Para el autor de Teoría y Praxis, el paso del
capitalismo liberal al capitalismo de organización ha supuesto una transición
muy compleja y muestra interesantes variaciones nacionales. Mas interesa
especialmente articular un modelo de capitalismo de organización a través del
que poder describir y explicar esas tendencias a la crisis. Por consiguiente,
una de las principales aportaciones de Habermas será la elaboración de un
modelo descriptivo del capitalismo tardío.
Las denominaciones de capitalismo de organización, capitalismo
regulado por el Estado o capitalismo tardío hacen referencia a dos
clases de fenómenos, aunque todas remiten al estadio avanzado del proceso de
acumulación. Por un lado, aparece el proceso de concentración de empresas
(nacimiento de las corporaciones nacionales y multinacionales) y la
organización de los mercados de bienes, de capitales y de métodos de trabajo;
asimismo, por otro lado, el Estado pasa a ser un mecanismo regulador del
mercado e interviene en los crecientes desequilibrios del funcionamiento de
éste. El capitalismo tardío, pues, es el que necesita del estado para organizar
los desajustes creados por la lógica del beneficio de las enormes corporaciones
industriales y financieras. Para Habermas, la difusión de estructuras
oligopólicas de mercado significa, sin duda, el fin del capitalismo de
competencia. Ese fin del capitalismo liberal está en la génesis de un
conjunto de problemas derivados del crecimiento de ese reajuste y nueva fase
del sistema. Un teoría del capitalismo tardío, en consecuencia, debe buscar
resolver una serie de cuestiones como son:
- ¿Admiten las estructuras del capitalismo tardío una superación, por vía evolutiva, cuando la contradicción dominante resulta ser una producción con fines no generalizables para toda la población ya que se basa en la apropiación privada?
- ¿En el caso de una vía autosuperadora, cuál sería la dinámica de desarrollo que llevaría a dicha dirección?
- ¿En caso negativo, cuáles son las tendencias a la crisis en las que se exterioriza el antagonismo de clases provisionalmente reprimido pero no resuelto?
- ¿Admiten las estructuras del capitalismo tardío una superación, por vía evolutiva, cuando la contradicción dominante resulta ser una producción con fines no generalizables para toda la población ya que se basa en la apropiación privada?
- ¿En el caso de una vía autosuperadora, cuál sería la dinámica de desarrollo que llevaría a dicha dirección?
- ¿En caso negativo, cuáles son las tendencias a la crisis en las que se exterioriza el antagonismo de clases provisionalmente reprimido pero no resuelto?
En último término, la pregunta fundamental desde la que
Habermas construye su análisis será: ¿las estructuras del capitalismo tardío
parecen contener una crisis económica de largo plazo, luego es ésta una crisis
económica o es una crisis desplazada dirgida hacia una crisis sistémica a
partir de la que habrá que considerar diversas tendencias a la crisis dentro de
los subsistemas de esta sociedad?
La pregunta anterior puede clasificar las tendencias a la
crisis que Habermas realiza de los sistemas o subsistemas que conforman la
sociedad de capitalismo tardío. Se van a definir, pues, los procesos que
determinan la existencia de una crisis global que se desplaza desde lo
económico hasta los niveles de la subjetividad
("mundo-de-la-vida") y que está en el origen de los continuos
procesos de reajuste del sistema en su conjunto. Tales tendencias, por tanto,
se sintetizan en las siguientes:
A) Tendencias a la crisis económica:
En el capitalismo liberal el mercado no cumplió por sí solo las funciones de la socialización en el sentido de la integración social; la relación de clases pudo adoptar la forma no-política de la relación entre trabajo asalariado y capital, pero sólo bajo esta condición: que el Estado asegurase las premisas generales de la producción. Ahora bien, la crisis económica surge cuando la cuota de ganancia y la valorización del capital decrecen. El sistema económico requiere input en trabajo y capital transformados en valores consumibles. Para el modo de producción capitalista es atípica una crisis atribuida a insuficiencias de input. Las perturbaciones del capitalismo liberal fueron crisis de output que trastornaron la distribución de valores canalizada en conformidad con el sistema por la vía del ciclo. Mas, si en el capitalismo avanzado persisten las tendencias a la crisis económica, ello significa que la intervención del Estado en el proceso de valorización obedece a los mecanismos de mercado, a las leyes económicas que operan espontáneamente y están sometidas a la lógica de la crisis económica, como en etapas históricas anteriores. El Estado pasará a ser un mecanismo autorregulador en el proceso de valorización del beneficio. Sin embargo, precisará Habermas, la tendencia a la crisis está determinada por la ley del valor y la actividad del Estado no puede contrarrestar la tendencia a la cuota de ganancia con lo que la crisis económica se impone a través de la crisis social y hace renacer las luchas políticas y la oposición entre las diferentes clases sociales.
B) Tendencias a la crisis política:
Como ya es sabido, Habermas utiliza el concepto de desplazamiento para articular su Teoría de la Crisis. A partir del desplazamiento de la crisis económica al sistema o subsistema político es como se explica el que tal crisis afecte a todos los aspectos de la sociedad. El desplazamiento hacia lo político es la lógica consecuencia de la imposibilidad de solucionar la crisis económica con medios de carácter económico ya que no es posible transformar el sistema de apropiación privada del beneficio. De aquí su reenvío hacia lo político.
En Problemas de legitimación en el capitalismo tardío se
determinan, como en un rompecabezas, los elementos que conexionan la aparición
de la crisis y es, fundamentalmente, sobre la actividad política en donde los
conceptos de legitimidad y racionalidad asumen un papel de primera
magnitud e interactúan entre sí. El sistema político, según Habermas, requiere
un complejo input de lealtad de masas , pero esta lealtad tiene que
estructurarse de la manera más difusa posible. Así, cuando en el cumplimiento
de los imperativos de autogobierno marcados por el sistema económico, el
sistema de legitimación no alcanza el nivel de lealtad de masas requerido, se
produce ineludiblemente una crisis de legitimación. Es este aspecto el que
conviene subrayar ya que toda la obra posterior del autor alemán tratará de
encontrar una solución para restaurar la relación legitimidad-racionalidad a
partir de su Teoría de la Acción Comunicativa.
En efecto, para Habermas, la crisis de racionalidad es una
crisis sistémica desplazada al igual que la crisis económica, mientras que la
crisis de legitimación es directamente una crisis de identidad. El déficit de
racionalidad de la Administración pública significará que el aparato del
Estado, en determinadas condiciones, no puede aportar al sistema económico
rendimientos positivos ya que actúa para intereses no generalizables. Asimismo,
el déficit de legitimación significa que con medios administrativos no podrán
producirse estructuras normativas. El sistema político tendrá entonces que
desplazar sus límites hacia el interior del sistema sociocultural y no sólo del
económico con lo que la crisis afectará a todas la esferas incluidas las del
mundo-de-vida y sus procesos ideológicos y simbólicos.
C) Tendencias a la crisis sociocultural:
Este aspecto y su análisis resulta de la mayor relevancia para comprender la evolución de las propuestas teóricas posteriores de Habermas. Pero, también aparece como el nexo de unión entre la "primera generación" y la "segunda" de la Escuela de Frankfurt. Y, a la vez, resulta un complejo esfuerzo para salir ideológico de los marxismos mecanicistas. Así, el sistema sociocultural se constituye en el punto de inflexión de la Teoría de la Crisis.
El sistema sociocultural toma su input de los sistemas
económico y político (bienes, servicios, actos legislativos, Seguridad Social,
etc.), en consecuencia, la crisis de output de los otros sistemas suponen
perturbaciones en el sociocultural, y ello se traduce en profundos déficit de
legitimación.
La importancia dada por Habermas a esta esfera será innegable.
La integración de una sociedad depende del output del sistema sociocultural y,
sobre todo, de las motivaciones que ofrece al sistema político como
legitimación y de las motivaciones de rendimientos que produce para el sistema
de formación de profesionales. La crisis de motivación, pues, se muestra como
consecuencia de transformaciones acaecidas en el propio sistema sociocultural,
de modo que resulta perturbada la complementariedad entre los requerimientos
del aparato del estado y del sistema de profesiones, y las necesidades y
expectativas de los miembros de la sociedad. Estas tendencias a la aparición de
una crisis de motivación generalizada y generalizable acabarán desarrollándose
tanto en el plano de la tradición cultural como en los procesos estructurales
que afectan al sistema educativo. En este sentido, Habermas se sitúa
directamente en el plano del análisis de las superestructuras ideológicas de la
"primera generación". Para Adorno y Horkheimer, la desestructuración
de la cultura y de la educación por efectos de procesos de falsa motivación
social (medios de comunicación de masas y formas de consumo serializadas)
determinaba una progresiva irracionalización de las sociedades avanzadas.
Habermas recoge esta propuesta pero la enfoca como un desplazamiento del
sistema administrativo-político, tratando de conciliar a Weber con Adorno y
Horkheimer y dando una perspectiva pluridimensional de los fenómenos
ideológicos y de sus transformaciones.
En suma, la Teoría de la Crisis habermasiana se sintetiza en
una enumeración de la serie de contradicciones que afectan al sistema de las
sociedades post-industriales avanzadas. Estas contradicciones se resumirían en:
a) El sistema económico no produce la cantidad requerida de valores consumibles.
b) El sistema administrativo no aporta decisiones racionales en el grado requerido.
c) El sistema de legitimación no produce motivaciones generalizadas también en el grado necesario.
d) El sistema sociocultural no genera sentido motivante de la acción en el grado imprescindible y básico.
a) El sistema económico no produce la cantidad requerida de valores consumibles.
b) El sistema administrativo no aporta decisiones racionales en el grado requerido.
c) El sistema de legitimación no produce motivaciones generalizadas también en el grado necesario.
d) El sistema sociocultural no genera sentido motivante de la acción en el grado imprescindible y básico.
La conclusión última a la que llega Habermas es la articulación
del concepto de crisis no tanto sobre los procesos de carácter económico sino
sobre los procesos ideológicos y significativos colectivos y, aquí, la
motivación social y la racionalidad se han convertido en los fenómenos más
vulnerados por el sistema. La irracionalización global de todas las esferas
sociales, si no se toman medidas esenciales, puede ser el rumbo de las futuras
sociedades de capitalismo tardío.
Crisis y Estado de Bienestar: El análisis de Claus Offe
Habermas recogió elementos teóricos del análisis de Claus Offe,
aunque le imprimió un giro más cercano a la reflexión filosófica que a la
politológica del autor de Contradicciones en el Estado de Bienestar. Offe
experimentó desde diferentes posiciones teóricas hasta llegar a una formulación
más organizada de su Teoría de la Crisis. Si repasamos la exposición de Offe,
de nuevo nos encontramos con un análisis de índole superestructural y cuya
función es delimitar conceptos. Offe, por consiguiente, se interroga sobre el
enigma según el cual cómo es posible que el capitalismo sobreviva cuando ya no
existe una ideología burguesa compacta como la estudiada por Max Weber en La
ética protestante y el espíritu del capitalismo.
Para comprender esta interrogación, la Teoría de la Crisis de
Offe sugiere la necesidad de repasar dos definiciones de crisis determinando
sus deficiencias y sus limitaciones.
Una primera definición del significado de crisis especifica los
procesos en donde se pone en cuestión la estructura de un sistema. Siguiendo en
este punto a Karl Deutsch, Offe propone dos explicaciones para esta definición.
Una primera sería entender la crisis como un acontecimiento catastrófico e
imprevisible. Este sería un concepto esporádico de crisis que sirve como mucho
para el análisis de subsistemas bien demarcados y como un proceso de toma de
decisiones ante acontecimientos externos.
Una segunda definición no es de corte estructural sino
procesual. Esta nueva definición nace de la necesidad de un concepto diferente
del anterior. Según Offe, la crisis son procesos que violan la
"gramática" de los procesos sociales, siendo sus resultados bastante
impredecibles e indeterminados.
En la primera definición, las tendencias a la crisis se
entienden como catástrofes y sin un origen predecible. Es una definición ligada
a un modelo biológico de explicación social, emparentada con el darwinismo
social del siglo XIX y los organicismos del siglo XX.
La segunda definición nos resulta de mayor utilidad e interés.
Pero asoman dos problemas de muy difícil solución:
a) Identificar los mecanismos sociales productores de acontecimientos.
b) Describir y definir los límites que actúan en los mecanismos productores de acontecimientos.
a) Identificar los mecanismos sociales productores de acontecimientos.
b) Describir y definir los límites que actúan en los mecanismos productores de acontecimientos.
Aquí, Offe recurrirá al modelo analítico de Etzioni y, desde
una perspectiva general, distinguirá los siguientes procesos como mecanismos
productores de acontecimientos en la sociedad post-industrial:
- Sistemas y mecanismos de intercambio.
- Sistemas de elección política.
- Burocracia y sus formas de acción.
- Procesos de negociación y sus variedades.
- Sistemas y mecanismos de intercambio.
- Sistemas de elección política.
- Burocracia y sus formas de acción.
- Procesos de negociación y sus variedades.
Esta tipología resume el marco desde el que poder enfocar los
subsistemas -aplicando una terminología de la Teoría de Sistemas- en los que se
desarrollan no sólo hechos sino, fundamentalmente, variaciones entre
acontecimientos. Este marco se puede compendiar también con el desarrollo hecho
por Etzioni para clasificar organizaciones formales y que Offe recoge por su
capacidad de articular un modelo de la sociedad post-industrial. De esta
manera, Etzioni distingue y diferencia los procesos sociales atendiendo a:
- Estructuras normativas.
- Relaciones de intercambio.
- Relaciones coercitivas.
- Estructuras normativas.
- Relaciones de intercambio.
- Relaciones coercitivas.
Esta tricotomía con la que Etzioni explora las dificultades
inherentes a las organizaciones formales, sirve en el análisis de Offe para
determinar los principios organizativos de las sociedades de capitalismo
avanzado. Estas sociedades, entonces, se caracterizarán por el hecho de que en
ellas el principio organizativo del intercambio es universal. Dicho principio
que incluye también la mercantilización de la fuerza laboral, se hace dominante
porque queda liberado de restricciones normativas y de la coerción política.
Pero, ante todo, se conforma una sociedad basada sobre intercambios de mercado
que no puede funcionar correctamente sin el sistema familiar ni el sistema
legal.
Como puede observarse, Offe construye su Teoría de la Crisis
desde una posición diferenciada de la de Habermas. Para Offe, si el principio
organizativo dominante de los procesos sociales de toda sociedad capitalista,
es el intercambio, entonces, una Teoría de la Crisis de tal sociedad se puede
identificar con los procesos que desafían el dominio de este principio central.
Por tanto, habrá que referirse a los dos modos interpretativos a través de los
que se han tratado de investigar los procesos que ponen en contradicción el
dominio del principio organizativo del intercambio universal.
Los dos modos interpretativos a los que hay que aludir son, por
un lado, los planteamientos del Materialismo Histórico que demuestra que los
procesos organizativos y formados a través del intercambio llevan a resultados
que no pueden conducirse mediante el propio proceso de intercambio
generalizado. Por otra parte, las teorías sistémicas tienden a centrarse en la
relación entre los tres principios organizativos básicos de la sociedad
globalmente entendida. Ahora bien, en esta posición no se niega el principio de
intercambio, más bien se trata de ver su restricción y puesta en cuestión por
los otros dos principios organizativos y sus efectos colectivos.
Offe expone, por consiguiente, dos diferentes tipos de
relaciones posibles entre los tres principios organizativos. Es decir, estos
dos tipos reflejan como el sistema normativo y político-coercitivo se
subordinan al principio organizativo dominante del intercambio. Pero el
problema de la subordinación entre principios es si tal conexión va a
plantearse desde una posición positiva o negativa. Según Offe, un tipo de
relación es la subordinación positiva cuando la relación entre economía y
sistemas normativos y político-administrativos se organizan positivamente para
contribuir al funcionamiento del principio organizativo dominante y la esfera
de la economía determinada por él. Este tipo de subordinación se distinguirá
por el ajuste del contenido de los subsistemas normativo y político de manera
que se adapte a procesos económicos.
Por otra parte, la subordinación negativa se producirá cuando
los sistemas ideológicos y de poder estatal se relacionan con el sistema
económico de un modo que les limita y aísla de dicho sistema económico, aunque
no por ello les permita contribuir de una forma sustancial a su capacidad de
funcionamiento. De este modo, a la subordinación positiva le importará la
producción de funciones complementarias; mientras que a la negativa le interesa
el dominio del sistema económico sobre los otros subsistemas y
dependiendo de que se puedan estabilizar las fronteras entre los
respectivos sistemas de tal manera que el sistema económico pueda evitar
interferencias de los sistemas normativos y políticos en su propio dominio de
la producción y distribución de bienes. En consecuencia, los procesos que hacen
aparecer la crisis serán aquellos que dificultan una clara separación del
sistema económico con respecto a los otros dos sistemas que quedan en una clara
relación de subsidiariedad.
Offe, en resumen, establece una Teoría de la Crisis a partir
del concepto de subordinación sistémica. Habermas, a su vez, sitúa sobre el
concepto de desplazamiento de la crisis su análisis sociológico. En ambos
autores, no obstante, se da una profunda coincidencia cuando observan los
problemas paulatinamente más complejos que el sistema político tiene para
prevenir y compensar las crisis económicas. La racionalidad administrativa que
se irá perdiendo y la lealtad de las masas al sistema serán los puntos
vulnerables ya que se va conformando una temible irracionalidad interna en la
estructura organizativa. Mas, sobre todo, en una Sociedad de Masas la
incapacidad del sistema político-administrativo para conseguir una
estabilización de sus disfunciones internas significa la pérdida de la aceptación
social de las estructuras, procesos y resultados políticos efectivos de los que
dependen las normas culturales y símbolos con los que se legitima el poder.
Tanto para Habermas como para Offe, el problema de problemas de las sociedades
post-industriales va a compendiarse en la desvinculación del concepto de
legitimidad del de racionalidad, y, a su vez, el paso de la racionalidad no ya
a racionalidad instrumental sino a un tipo de cosmovisión colectiva de fuertes
matices primitivos y arcaicos. Y es en este punto en donde se descubre el nexo
de unión más evidente en la vuelta de la "segunda generación"
frankfurtiana a los análisis de la Cultura de Masas, y sus efectos,
desarrollados por Adorno, Horkheimer, Benjamin y Marcuse.
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