viernes, 18 de enero de 2013

Aviso a los civilizados respecto a la autogestión generalizada - Raoul Veneigem (1969)

Publicado originalmente en Internationale Situationniste, # 12, Sept. 1969, traducción de Juan Fonseca publicada en DEBATE LIBERTARIO 2 - Serie Acción directa - Campo Abierto Ediciones, mayo 1977.


 "No sacrifiquéis la felicidad de hoy a la felicidad futura. Disfrutad del momento, evitad toda unión de matrimonio o de interés que no satisfaga vuestras pasiones desde el mismo instante. ¿Por qué ibais a luchar por la felicidad futura, si ella sobrepasará vuestros deseos, y no tendréis en el orden combinado más que un solo displacer, el de no poder doblar la longitud de los días, a fin de dar abasto al inmenso círculo de goces que deberéis recorrer?". Charles Fourier. Aviso a los Civilizados respecto a la próxima Metamorfosis Social.

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 En su forma inacabada, el movimiento de las ocupaciones ha vulgarizado de modo confuso la necesidad de una superación. La inminencia de un cambio total, sentido por todos, debe revelar ahora su práctica: el paso a la autogestión generalizada mediante la instauración de los consejos obreros. La línea de llegada, cuya consciencia ha llevado el impulso revolucionario, en adelante va a convertirse en la línea de salida.

2

 La historia responde hoy a la cuestión planteada por Lloyd George a los trabajadores, y repetida a coro por los servidores del viejo mundo: "queréis destruir nuestra organización social, ¿qué pondréis en su lugar? Sabemos la respuesta gracias a la profusión de pequeños Lloyd George, que defienden la dictadura estatista de un proletariado a su gusto, y esperan que la clase obrera se organice en consejos para disolverla y elegir otra distinta a ella.

3

 Cada vez que el proletariado se arriesga a cambiar el mundo, reencuentra la memoria global de la historia. La instauración de una sociedad de consejos -hasta ahora confundida con la historia de su aplastamiento en distintas épocas- desvela la realidad de sus posibilidades pasadas a través de la posibilidad de su realización inmediata. Esta evidencia la han podido ver todos los trabajadores después de que en mayo el estalinismo y sus residuos trostkistas han mostrado, por medio de su debilidad agresiva, su impotencia para aplastar un eventual movimiento de los consejos, y, por su fuerza de inercia, su capacidad para frenar aun su aparición. Sin manifestarse verdaderamente, el movimiento de los consejos se ha presentado en un arco de rigor teórico que partía de dos polos contradictorios: la lógica interna de las ocupaciones y la lógica represiva de los partidos y los sindicatos. Quienes confunden aún Lenin y el "qué hacer", lo único que hacen es prepararse (para ir a) un cubo de basura.

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 El rechazo de toda organización que no sea la emanación directa del proletariado negándose como proletariado ha sido sentida por muchos, inseparablemente de la posibilidad al fin realizable de una vida cotidiana sin tiempo muerto. La noción de consejos obreros establece, en este sentido, el primer principio de la autogestión generalizada.

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 Mayo ha marcado una fase esencial de la larga revolución: la historia individual de millones de hombres, cada día a la busca de una vida auténtica, uniéndose al movimiento histórico del proletariado en lucha contra el conjunto de las alienaciones. Esta unidad de acción espontánea, que fue el motor pasional del movimiento de las ocupaciones, sólo puede desarrollar unitariamente su teoría y su práctica. Lo que sucedió en todos los corazones sucederá en todas las cabezas. Después de haber comprobado que "no podrían ya vivir como antes, ni siquiera un poco mejor que antes", muchos tienden a prolongar el recuerdo de una parte de vida ejemplar, y la esperanza, vivida por un instante, de un gran posible, en una línea de fuerza a la únicamente falta, para ser revolucionaria, una mayor lucidez sobre la construcción histórica de las relaciones individuales libres, sobre la autogestión generalizada.

jueves, 17 de enero de 2013

Los veinte últimos años de liquidación social - Miguel Amorós (2006)


SOBRE LA DEGENERACIÓN DE LOS IDEALES REVOLUCIONARIOS ANTE EL FIN DE LA CLASE OBRERA EN OCCIDENTE

“La época actual es de aquellas en las que todo lo
que normalmente parece constituir una razón
para vivir se desvanece, en las que se debe
cuestionar todo de nuevo, so pena de hundirse
en el desconcierto o en la inconsciencia.”
Simone Weil


El 19 de julio de 1936 el proletariado español respondió al golpe de estado franquista desencadenando una revolución social. El 23 de febrero de 1981 tuvo lugar un golpe de estado ante la indiferencia más absoluta de los proletarios, quienes apenas movieron el dial de la radio o el mando del televisor. El contraste de actitudes obedece al hecho de que el proletariado era en el 36 el principal factor político social, mientras que en el 81 no contaba ni siquiera como factor auxiliar de intereses ajenos. Si el golpe del 36 iba en contra suya, el del 81 fue un ajuste de cuentas entre diferentes facciones del poder. Ni en los análisis más alarmistas la conflictividad obrera fue tomada en consideración por la sencilla razón de que era mínima. Los golpistas pasaron del proletariado porque no era más que una figura secundaria de la oratoria política, algo históricamente agotado.

Durante los años de la “transición económica” hacia las nuevas condiciones del capitalismo mundial –los 80– la clase obrera fue fragmentándose y resistiendo a escala local a su “reconversión” en clase subalterna, hasta el advenimiento de la huelga mediática del 14 de diciembre de 1988, que fue la señal de su liquidación como clase. En adelante nunca volvería a manifestarse de forma independiente, autónoma. El movimiento antinuclear y el movimiento vecinal habían acabado un lustro antes. Durante ese periodo se consumó la ruptura entre los obreros adultos, mejor situados en las fábricas, y los obreros jóvenes, peones y precarios, que impulsaron las primeras asambleas de parados. Esa fractura condujo a la crítica radical del trabajo asalariado, deteriorado en extremo, o lo que viene a ser igual, al rechazo del trabajo como actividad humana. Fue una auténtica ruptura, pues hasta entonces la conducta de los trabajadores se fundamentaba en una cierta ética del trabajo. Más o menos por ese tiempo se desarrolló fuera del mundo laboral un medio juvenil preocupado por la okupación, la represión, la contrainformación, el ecologismo, el antimilitarismo, el feminismo, etc., al que la movilización estudiantil de 1986-87 dio un fuerte impulso. Tras el sometimiento definitivo de los trabajadores a las nuevas condiciones económicas y políticas del capital, el centro de gravedad social se desplazó de las fábricas a los espacios de relación juveniles. En ese medio y en plena decadencia de las ideologías obreristas la cuestión social perdía su carácter unitario y se desagregaba, replanteándose sus pedazos como problemáticas particulares. Los jóvenes rebeldes ni tenían detrás una tradición de luchas sociales, ni podían atenerse a una ideología concreta, marxista o anarquista, y más allá de un vago antiautoritarismo no sabían qué hacer con el fardo de experiencias que la clase obrera les había librado gratuitamente; eran herederos involuntarios de tareas históricas imposibles de asumir dado la escasa profundidad de su crítica, la inestabilidad de sus efectivos y la estrechez de su medio. Todos los esfuerzos por coordinar actividades, fomentar debates y conectar con luchas urbanas tropezaron con los mismos problemas: la dispersión, la ausencia de pensamiento, el compromiso relativo, la falta de referencias, el enclaustramiento… Al no resolverse, conforme desaparecían las luchas reales el medio juvenil se estancaba y en él campaban a sus anchas la indefinición, la pose, los tópicos contestatarios y la moda alternativa. Se revelaba como un medio de transición para una vida adulta integrada, como el instituto, la FP o la universidad. La palabra revolución dejó de tener un significado preciso. Los intentos habidos entre 1989 y 1998 por superar ese impasse teórico fueron puramente organizativos, formalistas, a base de “campañismo” y encuentros, por lo que a la larga resultaron un fracaso. Así terminó lo que se conoció como “área de la autonomía.”

lunes, 14 de enero de 2013

Modo de empleo del détournement - Guy Debord y Gil J. Wolman (1956)


 http://www.notodo.com/v4/fotos/tops/top_gr_1707.jpg
Les Levres Nues, # 8, mayo 1956. La presente traducción ha sido publicada por Industrias Mikuerpo fanzine Amano 7 (Junio97).

Toda la gente avisada de nuestra época está de acuerdo en que el arte no puede ser justificado por más tiempo como una actividad superior, ni tampoco como una actividad de compensación a la que uno pueda entregarse honorablemente. La causa de este deterioro es claramente la emergencia de fuerzas productivas que necesitan otras relaciones de producción y una nueva práctica de vida. Estamos inmersos en una fase de guerra civil, y en conexión cerrada con la orientación que hemos descubierto que acompaña a ciertas actividades superiores, podemos considerar que todos los medios conocidos de expresión están convergiendo en un movimiento general de propaganda que ha de abarcar todos los aspectos perpetuamente interactuantes de la realidad social.

Por lo que se refiere a las formas y a la naturaleza misma de la propaganda educativa, existen muchas opiniones en conflicto, generalmente inspiradas por una u otra variedad de políticos reformistas de moda actualmente. Desde nuestro punto de vista las premisas de la revolución, tanto a nivel cultural como estrictamente político, no sólo están maduras, sino que han empezado a pudrirse. No sólo es reaccionario el retorno al pasado; también los objetivos culturales "modernos" en la medida en que dependen en realidad de formulaciones ideológicas de la sociedad que han prolongado su agonía mortal hasta el presente. Sólo la innovación extremista está justificada históricamente.

La herencia literaria y artística de la humanidad debería usarse para propósitos de propaganda de clase. Es preciso trascender la mera idea de escándalo. Una vez que la negación de la concepción burguesa del arte y el genio ha llegado a ser un hermoso sombrero demasiado viejo, el dibujo de un bigote sobre la Mona Lisa no es más interesante que la versión original de tal pintura. Debemos poner ahora este proceso en el punto de la negación de la negación. Bertolt Brecht, al revelar en una entrevista reciente en la revista France-Observatour que ignoró algunos aspectos de los clásicos del teatro para hacer más educativa la ejecución, está mucho más cerca que Duchamp de la orientación revolucionaria que nosotros estamos reclamando. Debemos anotar, sin embargo, que en el caso de Brecht estas alteraciones saludables están contenidas dentro de estrechos límites por su desafortunado respeto a la cultura definida por la clase dominante-- el mismo respeto, mostrado en las escuelas primarias de la burguesía y en los periódicos de los partidos laboristas, que conduce siempre a los distritos obreros más rojos de París a preferir El Cid sobre Madre Coraje.

De hecho, es necesario terminar con cualquier noción de propiedad personal en este área. La aparición de nuevas necesidades convierte a las obras "inspiradas" en antigüedades. Llegan a ser obstáculos, hábitos peligrosos. La cuestión no es si nos gusta o no. Tenemos que ir más allá.

Algunos elementos, no la materia de donde han sido tomados, pueden servir para hacer nuevas combinaciones. Los descubrimientos de la poesía moderna concernientes a la estructura analógica de las imágenes, muestran que cuando dos objetos son considerados juntos, no importa lo alejados que pudieran estar sus contextos originales, siempre existe alguna relación. La atribución a uno mismo de un ordenamiento personal de las palabras es mera convención. La interferencia mutua entre dos mundos de experiencia, o la unión de dos expresiones independientes, sustituye los elementos originales y produce una organización sintética de mayor eficacia. Algo de esto puede ser utilizado. 

No es preciso decir que uno no está constreñido a corregir un trabajo o integrar diversos fragmentos de obras caducadas en una nueva; puede también alterar el significado de aquellos fragmentos en algún sentido adecuado, abandonando a los imbéciles la preservación esclavizadora de la ‘cita’.


domingo, 13 de enero de 2013

El Control Insitucional de las Luchas Sociales - Miguel Amorós (2009)

 

Salvo en situaciones de peligro inminente del sistema de dominación, momento en que todas las reglas de juego quedan en suspenso y sólo la violencia de clase decide –una especie de tolerancia cero generalizada–, las instituciones han procurado integrar los movimientos de protesta antes que reprimirlos, delimitando un espacio por el que moverse y tendiéndole puentes para comunicarse.

En condiciones normales de dominio capitalista, la oposición y la protesta han tenido su estatuto legal y sus medios de presión y negociación, siendo las organizaciones catalogadas como representativas no sólo una parte importante del mecanismo de control social, sino el complemento necesario gracias al cual el interés particular de la dominación puede presentarse ante la sociedad como interés universal. Sin embargo, el capitalismo no se queda mucho tiempo en la misma posición, y a medida que prosigue su avance, penetrando por todos los resquicios de la vida y acaparando todo el territorio donde esta languidece, subvierte los cauces sociopolíticos que él mismo había establecido en la etapa precedente, obligándoles a perecer o adaptarse.

Así, los mecanismos de integración y control tradicionales –los partidos, sindicatos y asociaciones, y con ellos, los parlamentos, los convenios y las mesas–, modernizados durante los años setenta, dejaron de funcionar en la década posterior. Desde entonces no representan más que una protesta ficticia, poco creíble, falsa, espectacular. En la medida en que los intereses generales afloran, lo hacen al margen de las instituciones, al modo salvaje, puramente negativo, incontrolado.

Los motivos del colapso de la oposición institucionalizada no son difíciles de adivinar: por una parte la descomposición de la base social que la sostenía, las clases medias y trabajadoras; por el otro, el descrédito que se desprende de su propia inoperancia, fruto de la profesionalización y la corrupción. Los patéticos intentos por reavivarla, bien a través de las los autodenominados movimientos sociales, bien mediante las plataformas cívicas, es decir, por medio del juvenilismo y del ciudadanismo, no conducen a nada, pues por estar dentro del sistema sus intereses se corresponden con los de la dominación. Su momento histórico ha caducado, se le ha pasado el arroz. Para la protesta verdadera la oposición institucionalizada es el problema, el enemigo, la amenaza.

miércoles, 9 de enero de 2013

Autodiálogo acerca de New Babylon - Constant Nieuwenhuis (1971)

“New Babylon, escribió Constant, no se detiene en ninguna parte (porque la tierra es redonda); no conoce fronteras (porque ya no hay economías nacionales), ni colectividades (porque la humanidad es fluctuante). Cualquier lugar es accesible a cada uno y a todos. Todo el planeta se convierte en la casa de los habitantes de la tierra. Cada cual cambia de lugar cuando lo desea. La vida es un viaje sin fin a través de un mundo que se transforma con tanta rapidez que cada vez parece diferente.” 



- Siempre has afirmado que New Babylon no podría realizarse jamás en la sociedad actual y que, de todos modos, tu proyecto no funcionaría en las condiciones sociales existentes. Se trata, pues, de un proyecto utópico. Dicho esto, debo señalar que te ocupas de él desde hace más de doce años, como si le dieras la espalda a los problemas del hombre actual, como si huyeras de ellos. En mi opinión, el artista, en lugar de refugiarse en una cultura que inventa de arriba abajo, debe buscar la expresión artística de la cultura de la que forma parte.

0 Por desgracia, no existe tal alternativa. No veo hoy en día una cultura de la que uno podría forma parte, y ésta es precisamente la razón por la que he emprendido el camino de la New Babylon. No se puede elegir entre la cultura existente y una cultura –digamos- posrevolucionaria, que aún está por inventar. La elección auténtica se da entre el abandono completo de toda actividad creativa y la preparación de una cultura futura, deseable, aunque no realizable de momento. Bien es verdad que hay que creer en el éxito de la revolución para optar por está última postura.

- Como protesta contra la sociedad, lo que hacen otros artistas (tergiversación [détournement] del arte, exhibición de los “arteros”, ocupación de museos) me parece más eficaz que la creación de una imagen de sociedad futura que corre el riesgo de ser idealizada.

0 El hecho de que nadie se muestre afectado prueba, por el contrario, la ineficacia de este tipo de manifestaciones. No es el abandono del espíritu creativo, sino el espíritu mismo el que amenaza a la sociedad burguesa. La no-participación puede ser honesta, pero ciertamente no es eficaz. Para cambiar la sociedad, antes que nada, hace falta imaginación.